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Por qué los mexicanos no estamos preparados para comerciar con China

16-10-2017, 6:34:08 AM Por:
© Depositphotos

La relación actual entre México y China es tan desequilibrada como esta cifra: Por cada 14 productos llegados de China, nuestro país solo entrega uno. Sin embargo, sí es una opción que debe estudiarse y explotarse.

El despertar del Dragón Chino ha marcado un revulsivo para la economía global: no se trata de una potencia que entró a preguntar qué le tocaba en la repartición, sino de la que llegó para apropiarse del pastel.

Un ejemplo es la industria de autopartes, dice Enrique Dussel, director del Centro de Estudios China-México: “hace 25 años empezó a integrarse a la cadena de producción de autopartes y a la industria automotriz mundial; 15 años atrás, apenas aparecía en las estadísticas; hoy produce el 33% de los autos a nivel mundial”.

Dussel toma este ejemplo no sólo porque la entrevista se realiza en medio del foro IPADE Auto Summit 2017, sino porque cree que, en 10 años, China será la principal fuente de exportación de todo lo relacionado con la industria, y será el mayor socio automotriz para Estados Unidos.

La historia automotriz y de autopartes que se cuenta en chino se parece mucho a todos esos tentáculos que estira el dragón desde el lejano oriente para ser protagonista de buena parte del comercio mundial, y México, que se aferra con las uñas a un TLCAN para salvar la zona de confort, también ha incrementado el coqueteo con el gigante asiático, y lo quiere ver como un nuevo salvavidas. Pero nada más equivocado que esto.

No es que la sociedad con China sea mala, sino que no existe. México, explica Dussel, tiene una relación con el gigante bastante desequilibrada: 14 a 1 es el marcador de importaciones y exportaciones para el país, es decir, por cada 14 productos llegados de China, México entrega uno a aquel país. De bilateralidad, hay poco.

Tan sólo en las importaciones automotrices que vienen de China, la cifra se eleva a 10 mil millones de dólares. “China, por ahora, representa el 20 por ciento de las importaciones de autopartes al país”, dice el especialista. Y para México no hay una réplica en este sector.

Otro punto es la comparación en importancia, de cómo se ven cada uno de los países desde lo interno hacia afuera. Para México, China representa el segundo socio comercial en el mundo, desde 2003. Para China, otra vez, México casi no existe.

“México está en el lugar 20 a 25 de mayor importancia para China, tanto para sus importaciones como sus exportaciones. Uno de los puntos importantes para China es, precisamente, la cadena de autopartes, porque México está plenamente integrado al TLCAN y eso ha permitido, a las empresas chinas, aprender significativamente de las exigencias del Tratado y, sobre todo, de lo que busca Estados Unidos”, comenta Dussel.

En contraparte, China sería el país que más se beneficiaría si se acaba el TLCAN, pues se convertiría en la primera opción para Estados Unidos de sustituir a México en muchos sectores de mercado.

Falta estudio

En un país como México, donde la creatividad se mide más en las formas del engaño que en las patentes que pueda producir, y donde los plagios no están peleados con la Presidencia, es natural pensar que, a nivel general, falta estudio.

“Llevo 20 años trabajando en el tema de México y China y, lo que más me preocupa es la incomprensión que tenemos de China: no sabemos cómo funciona su sector público, sus empresas, el turismo, el financiamiento, las proveedurías, ni siquiera su corrupción”, explica Dussel.

“Solo pensamos que China va a piratearse nuestros productos; yo te recuerdo que una empresa china, Huawei, patenta más que toda Latinoamérica”.

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Mientras no se logre comprender y estudiar un mercado como china –difícil, por lo milenario del tema–, México seguirá en una desventaja abrumadora frente a esta potencia.

Dussel se ríe de la idea de la piratería. Sabe que, en el presente, China podría devolver todo prejuicio que se tenga en México de su forma de operar: el comercio desleal, la fuerza de trabajo barata, la misma falsificación de productos.

México desconoce. Tanto así, que ni siquiera en el mismo TLCAN ha presentado una revisión pública para determinar los segmentos, productos, cadenas y servicios que han tenido éxito y los que no, ni sabe qué medidas tomar en cada caso, explica el académico.

Si en 23 años no se logró este avance con el TLCAN, la responsabilidad del estudio y conocimiento de China se quedará en una buena idea. Lo cierto es que, para el país, China es un mundo lejano, una abstracción donde viven chinos y se come mucho arroz.

“No sabemos que son 22 provincias, con etnias diferentes, con gustos de consumo diferente. Hasta que no logremos una inversión concreta en canales de distribución, en experiencias de empresas mexicanas allá, en solucionar problemas de logística y transporte, el potencial se quedará desaprovechado”, dice Dussel con su tono de catedrático, como dejando una tarea.

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