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Los 5 beneficios que México no tuvo del TLCAN y que debe reclamar

25-04-2017, 6:40:47 AM Por:

México debe aprovechar la futura renegociación del TLCAN para hacer todo lo que faltó y, sobre todo, para que pueda tomar lo que por derecho le correspondía al momento de integrarse con Norteamérica hace más de 20 años.

Por Arnulfo R. Gómez

La firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) constituyó la culminación de un proceso de apertura de la economía mexicana que, a través de la desregulación, buscaba generar mayor competencia interna, eficiencia del mercado, aumento del potencial de la planta productiva y de la inversión privada, que redundara en mayor desarrollo industrial, mejores precios y calidad de los productos.

Debido a ello se realizaron reformas en materia de autotransporte de carga, patentes y marcas, propiedad de la tierra, cogeneración y autoabastecimiento de energía eléctrica, inversión extranjera, medicamentos genéricos y eliminación de controles de precios.

Hacia el exterior, la apertura se inició con el acceso al GATT, el ingreso a la APEC y a la OCDE, y la firma del TLCAN, que entró en vigor el 1º de enero de 1994. Este último constituía el elemento fundamental del desarrollo de México y tenía como objetivo la integración comercial y productiva con Canadá y EU, mediante el aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida, el incremento de la competitividad y la captación de mayores flujos de inversión extranjera directa (IED) en la región, con el fin de generar empleos y elevar la calidad de vida de la población.

Como objetivos particulares se buscaba establecer reglas claras para el exportador, el importador y el inversionista; la eliminación gradual de los aranceles y las barreras no arancelarias; la liberalización de algunos sectores para la inversión y la prestación de servicios y el establecimiento de un organismo trilateral de solución de controversias.

Las reformas realizadas en los 80 y 90, el acceso preferencial, la misma cercanía al mercado más grande del mundo y la enorme devaluación de 1994 convirtieron a México en una economía muy competitiva, de tal manera que su sector exportador mostró un gran dinamismo.

En 2001 llegó a ser la 42ª economía más competitiva (39ª en 1998), el 12º exportador, la 9ª economía mundial (8ª en 1981) y el 6º destino preferido de la IED (4º en 1994).

Sin embargo, a partir del 2001 se inició un agudo declive en todas las variables económicas del país, de tal manera que para 2015 México pasó a ser la 15ª economía mundial, el 16º destino de la IED, el 13º exportador y, excluyendo la reexportación de insumos importados temporalmente (IMMEX), el 30º país exportador (contando solo el valor agregado en sus ventas al exterior).

Oportunidad de oro

Durante los primeros 23 años de vigencia del TLCAN, los retrocesos en todas nuestras variables  económicas han sido evidentes, debido a que no hemos podido lograr los resultados que se esperaba de su operación, pues ninguno de sus cinco objetivos se alcanzó, ya que no conseguimos una integración comercial y productiva con Canadá y EU.

Tampoco aprovechamos las ventajas comparativas en la producción compartida; no logramos incrementar nuestra competitividad; no logramos captar mayor volumen de flujos de inversión extranjera y no logramos generar empleos ni elevar el nivel de vida de la población.

A pesar de ello, nuestros funcionarios triunfalmente señalan el “éxito enorme” obtenido; siendo Donald Trump, al parecer, el único que lo ha creído, pues señala que hemos sido ganadores a costa de su país y, por ello, su deseo de reducir un déficit que, en comparación con el que tienen con China, es muy reducido.

La realidad es que el TLCAN es el bloque que más ha perdido participación en la generación de riqueza, en la exportación y en la captación de flujos de IED. Primero, porque en México no hubo una estrategia para aprovechar las ventajas comparativas, pero tampoco hubo una estrategia regional que permitiera aprovechar las de los tres países.

Lo primero que hay que hacer antes de entrar en las negociaciones es mostrar que, sin lograr el nivel deseado y de forma parcial, la relación con México ha sido positiva para los estadounidenses, y que una estrategia realista y regional, sin duda alguna, resultará en un fortalecimiento de la región del TLCAN que redunde en mayor bienestar para los tres países.

Breve auge, larga caída

México ha vivido en una zona de confort en la que nuestros socios comerciales no presentaron grandes problemas para lograr un desarrollo armonioso. Sin embargo, eso no se logró, pues a partir de 2001 los retrocesos en todas nuestras variables económicas han sido enormes, ya que la  falta de políticas públicas realistas que incrementaran o mantuvieran la competitividad del marco sistémico se ha hecho más evidente y, por tanto, nuestra competitividad ha caido al 51º lugar en 2015.

El elemento que más ha incidido en esta negativa situación es la pésima calidad de las instituciones públicas, que descendió de la 56ª a la 116ª posición, los trámites y regulaciones (del 117º a 118º), en tanto que la confianza en las autoridades y políticos mexicanos pasó de la 94ª a la 124ª, como consecuencia de la incapacidad mostrada por muchos de sus funcionarios para generar políticas públicas realistas que incidieran positivamente en el desarrollo del país. En múltiples ocasiones se ha habilitado a improvisados burócratas como expertos en comercio internacional y, por tanto, desconocen su operación real, así como la del comercio exterior de México.

Así, la vida económica de nuestro país se ha caracterizado por una “política” que tiene como premisa que “la mejor política industrial es la que no existe” y, por tanto, se ha registrado la ausencia total de una política de fomento industrial. Carecemos de una política de comercio exterior, así como de un programa integral con una estrategia de promoción de exportaciones y captación de inversión extranjera con proyectos realistas.

Igualmente, atestiguamos la firma compulsiva de tratados de libre comercio, sin antes consolidar nuestra posición en el mercado del TLCAN, el más grande del mundo y el más cercano.

Vivimos una apertura comercial totalmente incongruente, con una desgravación arancelaria unilateral que ningún otro país ha realizado, lo que ha debilitado la planta productiva nacional, al generarle una competencia desleal. Adicionalmente, se ha destruido la estructura de promoción de las exportaciones y la inversión.

A partir de 2001 se presentó la salida de numerosas empresas (muchas de ellas maquiladoras, aproximadamente 900, en gran parte originarias de EU) que, ante un marco cada día menos competitivo en México, dejaron nuestro territorio y se ubicaron en otros países, principalmente en Asia, por lo que nuestra exportación al TLCAN presentó una ligera tendencia decreciente.

La situación de México empeoró por la firma compulsiva de tratados comerciales con otros 46 países, con los que también carecimos de programas que nos permitieran aprovechar las ventajas negociadas.

La evolución de la relación con la mayor parte esos países ha sido negativa, pues si en 1993 registramos déficit con 26 de ellos por un total de 10,012 millones de dólares (mdd), para 2016 el déficit fue con 31 países por 40,266 mdd. En el periodo 1993/2016, el déficit consolidado fue con 34 de esos países por 614,125 mdd.

La llegada de Donald Trump a todas luces parece negativa, pero es muy importante señalar que, por primera vez en los últimos 25 años, nuestros teóricos hablan de diseñar una estrategia para ubicarnos en ese mercado, lo que realmente es bueno. Es una oportunidad de oro que no debemos desperdiciar.

 

Este es un extracto del texto que el autor escribió para Alto Nivel y que podrás consultar completo en la edición impresa de abril. Busca tu revista en los principales puntos de venta, suscríbete en línea o descarga la revista digital. Sigue nuestra conversación en Twitter y Facebook.

autor Equipo de jóvenes periodistas cuyo objetivo es explicar las noticias más relevantes de negocios, economía y finanzas. Nos apasiona contar historias y creemos en el periodismo ciudadano y de servicio.
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