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Liderazgo del sector privado para un futuro sustentable en México

08-01-2021, 11:04:25 AM Por:
© Depositphotos

El sector privado mexicano debe establecer un código de conducta consistente con los requisitos del TMEC, los Objetivos de Desarrollos Sostenible y criterios ESG

Por Richard Wells y Álvaro de Garay, profesores de cátedra de EGADE Business School del Tec de Monterrey

El decano de la escuela de negocios de Harvard encargó en 2008 un estudio sobre el estado del capitalismo basado en escenarios de futuro. En este estudio, llamado Capitalism at Risk, se identificaron diez potenciales “disruptores” asociados con tendencias tecnológicas, económicas, sociopolíticas y medioambientales, a partir de las opiniones de exalumnos procedentes de los cinco continentes.

Años más tarde, en 2011, los autores del estudio advirtieron lo siguiente:

Si el sistema capitalista sigue comportándose durante los siguientes 25 años como se ha comportado durante los últimos 25 años, enfrentamos una senda muy peligrosa.

En 2020, los mismos autores han añadido al prólogo a la nueva edición del estudio:

Creíamos que llamando la atención sobre estos problemas [en 2011] alentaríamos a los líderes […] a actuar. Desde entonces, los problemas… han empeorado y han emergido nuevos problemas. Los esfuerzos para enfrentarlos se han quedado cortos. Hoy, los cimientos del sistema de mercado global están en riesgo por un conjunto de fuerzas mundiales de diversa índole: demográfica, ambiental, económica, social y tecnológica.

En el libro México Enfrentando el Futuro llegamos a conclusiones similares para nuestro país. Incluso antes de la pandemia, México no estaba preparado para competir en la economía del conocimiento. No ha influido en los desarrollos tecnológicos de los últimos años y sus grandes empresas se han preparado para un juego de futbol americano (que premia la escala), cuando el nuevo juego es el bádminton (que premia la agilidad). La economía del país excluye a importantes sectores de la población abocados a una economía informal poco productiva, mientras el medioambiente, nuestro gran acervo, se deteriora cada día más.

El COVID-19 ha agravado estos problemas, incrementando la desigualdad y exacerbando debilidades institucionales. La tecnología puede ser fuente de vacunas y terapias y crear oportunidades para pymes, pero en la otra cara de la moneda puede hacer desaparecer empleos entre las poblaciones más marginadas, diferenciando cruelmente entre ganadores y perdedores.

Desde que en 1776 Adam Smith expuso el concepto de la “mano invisible”, hemos visto el sistema capitalista como un sistema benigno que asigna recursos y recompensa actividades humanas de manera justa y eficiente para el bien común. Sin embargo, para demasiadas personas, la realidad es distinta. Para que el capitalismo sobreviva, se deben reconocer las necesidades de todos, no solo las de los más favorecidos, así como las de las generaciones futuras.

Se requiere una respuesta sistémica. Sugerimos dos vertientes de acción:

  1. Modernizar el gobierno corporativo. En 2019, 181 de las principales empresas de EE.UU. firmaron La declaración del propósito de la empresa, pero la mayoría no consultaron la firma de la declaración con su consejo. Varios estudios indican que las empresas firmantes de esta declaración no se han distinguido por su respuesta a la crisis del COVID-19. El mensaje es claro: si el consejo no define, mide y premia el compromiso con la sociedad como lo hace con otras dimensiones de desempeño, las declaraciones de buenas intenciones se quedan en eso.

En México, el Código de Principios y Mejores Prácticas de Gobierno Corporativo, emitido por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), atribuye al consejo la responsabilidad de definir el rumbo estratégico de la empresa y al director general, la de conducirlo y ejecutarlo. Sin embargo, este código no incluye las mejores prácticas empresariales que aseguran la integración de la sustentabilidad en el propósito de la empresa por medio de un comité independiente y permanente en el consejo. Es sintomático que dicho órgano, que en otros países se denomina “consejo de dirección”, en México se llame “consejo de administración”. 

El propósito de la empresa frente a la sustentabilidad debe ser propositivo y proactivo, y considerarse como una función central del consejo. Debe existir un comité de sustentabilidad conformado por consejeros independientes con la misión de monitorear tendencias de futuro y asegurar la consistencia de las acciones de la empresa con base en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

  • Enfrentar a los free riders. Según los economistas, los free riders son quienes se benefician de un bien común, pero no contribuyen a mantenerlo. La legitimidad del capitalismo frente a la sociedad es un bien común que requiere la participación de todos, pero hoy solo un puñado de empresas cumplen con su parte y el gobierno está ausente.

Hay motivos para la esperanza. En el ámbito global se ha despertado el interés por las inversiones que toman en cuenta factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en ingles). Esta tendencia difícilmente influirá en las empresas mexicanas, dada la limitada participación de empresas mexicanas en la bolsa. Sin embargo, puede influir en las decisiones de los emisores de deuda. Todas las señales apuntan a que la nueva administración Biden aplicará cabalmente las cláusulas medioambientales y laborales del TMEC.

Siendo este el caso, el sector privado mexicano debe establecer un código de conducta consistente con los requisitos del TMEC, los ODS y criterios ESG. Este código debería contar con rampas de entrada, y programas de capacitación tomando en cuenta la enorme heterogeneidad de las empresas mexicanas. En la noche del 2 de diciembre de 1984 hubo un accidente catastrófico en una fabrica química en Bhopal (India). En respuesta a esta tragedia, la industria química global estableció un código de conducta, Responsible Care, al cual todas las empresas de la industria debían adherirse. Contribuyó a la mejora de los procedimientos de seguridad industrial a nivel mundial y a la licencia social de operación de la industria química. En México, anticipando los impactos del TLC, la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ) estableció su equivalente en su programa de Responsabilidad Integral. El desafío es crear un nuevo código para un futuro sustentable integral.

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