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EU y la oportunidad de México para crecer en 2017

21-12-2016, 3:08:24 PM Por:

Aun con el complicado escenario Trump, la economía mexicana tiene oportunidades para crecer si el país del norte también lo hace.

La prospectiva es siempre un ejercicio que debe tomarse con cautela. Dicho consejo es particularmente válido en 2017; no es claro si la llegada de Trump a la Casa Blanca precisa una revisión de nuestro escenario inercial o un replanteamiento.

En primer lugar, y a juzgar por la reacción de los mercados, el impacto inicial de la administración Trump sobre la actividad productiva en EU podría ser positivo. Puede resultar extraño a primera vista, pero los mercados descuentan una política fiscal expansionista.

Es importante insistir en que lo que se juzga son sus efectos inmediatos, no su sustentabilidad. Si la economía de EU acelera su tasa de crecimiento –dada una situación actual cercana al pleno empleo– es también factible suponer una mayor inflación y, por ende, una Fed más dispuesta a subir tasas.

Desde el punto de vista de mercados financieros globales, ello implica un mayor atractivo para las inversiones en dólares –el dinero fluye del resto del mundo hacia EU– y por tanto, una apreciación del dólar.

Para México, mayor crecimiento en EU es una buena noticia. En esta ocasión la materialización de la retórica proteccionista podría hacer que el vínculo no opere. Si bien, un cambio en la política comercial de EU no sería inmediato, su impacto en el aumento en costos de transacción nos lleva a suponer un efecto negativo.

Por ello revisamos el crecimiento esperado para México el próximo año a 1.8%. Es un ajuste sustentado en un cambio estructural en las condiciones de hacer negocios en la región, pero falta ver las condiciones cíclicas al comienzo de 2017. Se trata de un escenario conservador que debe tomarse con reservas.

En cuanto a las variables nominales, es factible suponer que el “choque” representado por la presidencia de Trump valide un tipo de cambio en los niveles actuales durante más tiempo.

Se proyectan condiciones más adversas de introducción al mercado norteamericano y podrían precisar una mayor compensación por diferenciales cambiarios, lógica que también aplicaría a la inversión, lo que nos lleva a suponer un tipo de cambio débil, cerrando 2017 en niveles superiores a los 20 pesos por dólar.

El poco traspaso de la depreciación del peso a la inflación local en 2016 era producto de una combinación de factores que difícilmente se repetirán. Ello, junto con una liberalización gradual en el precio de la gasolina, que seguramente seguirá incrementando su precio, nos llevará a una inflación de 4.5% al cierre del próximo año.

El efecto sobre la inflación local podría parecer poco, pero hay tres factores a considerar. Primero, un crecimiento más modesto limita la capacidad de las empresas para pasar la totalidad de los aumentos de costos al precio al consumidor.

Segundo, el avance obtenido en términos de estabilidad macro; en años recientes, los choques de precios se acomodan vía movimientos en precios relativos, más que por aumentos generalizados. Ello debe atribuirse en gran medida al tercer factor: el Banco de México ha gozado de un merecido avance en su reputación como un banco central que privilegia la estabilidad de precios y ello ha permitido “anclar” las expectativas inflacionarias.

Hay que vigilar que el traspaso de la depreciación sobre la inflación local sea limitado. Ello implica un aumento en las tasas de interés: de un cierre de 3.25% en 2015, anticipamos un cierre de 6% en 2016 y un movimiento concomitante de Banxico junto con la Fed el próximo año.

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