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Esta es la mentira de Trump para justificar el fin del TLCAN

17-04-2017, 6:30:36 AM Por:

Donald Trump se ha valido del argumento de que el déficit comercial es malo para terminar con el acuerdo. Sin embargo, la mayoría de las veces es síntoma de una mejor salud económica. Te explicamos por qué.

El error de algunos gobernantes es pensar que el déficit comercial es negativo y que borrarlo crearía más empleos. Aquí se explica por qué el proteccionismo termina por hacer más mal que bien.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, considera que el aislacionismo y el proteccionismo son los mecanismos idóneos para hacer “otra vez grande a su país”, a pesar de que la ciencia y la historia desacreditan esas ideas.

En particular, lo que propone en el terreno comercial es una copia de las políticas aplicadas en muchos países latinoamericanos por décadas y que tuvieron resultados desastrosos para sus economías.

Él culpa, además, a los déficits comerciales con China y México por la pérdida de empleos manufactureros en su país. Al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo califica como un acuerdo unilateral que llevó a muchos empleos y empresas perdidos en EU.

La evidencia muestra claramente que ese no fue el caso. No obstante, algunos analistas y medios de comunicación compran el argumento de que el déficit comercial de EU en general, y en particular el bilateral con México, es negativo para su país.

Por ejemplo, una nota de Bloomberg, del pasado 26 de enero, afirmó que “dado lo mucho que México se ha beneficiado del pacto –su superávit comercial anual con EU se ha elevado por encima de los 60,000 millones de dólares–, hay una impresión general de que Videgaray tiene poco margen de negociación en las conversaciones (sobre el TLCAN) y que muy probablemente tendrá que ceder terreno a sus contrapartes estadounidenses”.

Esta visión que considera los déficits “malos” y los superávits “buenos”, así como el comercio internacional como un “juego de suma cero” es equivocada. No es verdad que lo que gana un país con el comercio lo pierde el otro. Si así fuera, simplemente no habría intercambio de ninguna especie.

El comercio, sea entre individuos, entre empresas dentro de un país, o entre personas y empresas a nivel global, ocurre porque existen oportunidades de intercambios mutuamente benéficos, por lo que siempre hay un beneficio neto para las partes.

Conviene, por tanto, presentar los argumentos que desacreditan las posturas proteccionistas de Trump y que, lamentablemente, comparten en varios aspectos algunos políticos en nuestro país.

Las bondades del déficit comercial

Las propuestas de política comercial de Donald Trump se basan en la idea de que los déficits comerciales bilaterales, así como los totales, son un síntoma de fracaso económico. Él insiste, por tanto, en que impondrá aranceles y buscará mejores tratados comerciales para lograr un equilibrio o hasta un superávit comercial que, además, eleven la inversión y el nivel de empleo en su economía.

La realidad es contraria a estas ideas simplistas y equivocadas. Las naciones no comercian entre ellas, lo hacen sus habitantes. El déficit comercial de un país con el resto del mundo es solo la suma de las elecciones individuales que realizan sus ciudadanos. Esas elecciones, comprar algo importado o vender al exterior, se lleva solo si ambas partes en la transacción consideran que será benéfica.

Cada nación tiene superávits con unos países y déficits con otros, y los saldos bilaterales no dicen cosa alguna sobre la situación de un país o su comercio. La preocupación por un déficit comercial bilateral es infundada, como también lo es que cualquier persona en EU o en México hable de su enorme “déficit bilateral” con Walmart.

Nadie se angustia por eso. Lo mismo sucede en el caso de una empresa, que seguramente tiene un “déficit bilateral” con cada uno de sus proveedores.

En relación con los déficits comerciales totales, intuitivamente parece malo que salga más dinero del que entra. También parece obvio que mientras las exportaciones crean empleos aquí, las importaciones apoyan trabajos fuera, argumento con el que se justifica que el déficit comercial representa empleos perdidos en favor de otro país, como México.

En realidad, el libre comercio es benéfico para el bienestar humano, y el déficit es a lo más una preocupación menor. Es cierto que algunos déficits comerciales son nocivos cuando resultan de malas políticas gubernamentales (proteccionismo, restricciones comerciales y manipulación de monedas), como fue el caso, por décadas, en muchas naciones latinoamericanas, pero la mayoría de las veces son síntoma de mejor salud económica que los superávits.

Esto sucede cuando un país importa más de lo que exporta porque su economía tiene potencial de crecimiento y recibe capital externo para financiarlo. El libre comercio permite que los habitantes de un país satisfagan sus deseos y necesidades comprando bienes y servicios de mejor calidad o menor precio en otra parte. Si eso lleva a comprar más de lo que se vende, esto es, un déficit comercial, no tiene por qué preocuparnos.

Los déficits comerciales no son señal de prácticas comerciales desleales o injustas, como tampoco lo son de una falta de competitividad del país que los registra. Los déficits comerciales se deben a factores macroeconómicos que no están directamente relacionados con el comercio.

Una analogía quizá ayude a aclarar este argumento. Una empresa que tiene proyectos de expansión siempre compra más de lo que vende, esto es, tiene un “déficit comercial”. Compra materias primas y también adquiere maquinaria y equipo que, en conjunto, superan los ingresos por las ventas de su producto.

El faltante se cubre con capital de los accionistas y con crédito, sea este de instituciones bancarias o de proveedores. En otras palabras, le entran más recursos financieros de los que salen y tiene, por tanto, un superávit en su cuenta de capital.

Esta analogía puede extenderse a las relaciones comerciales de un país. Por ejemplo, cuando un estadounidense adquiere productos importados, los extranjeros (mexicanos, chinos, alemanes, etc.) que se los vendieron tienen que hacer algo con los dólares que obtienen. Pueden usarlos para comprar exportaciones de empresas estadounidenses o invertir en activos en EU, como bonos del tesoro, acciones, bienes raíces o empresas.

Si el monto de capital que entra de esa forma a EU supera al que sale, los dólares adicionales pueden usarse por los estadounidenses para comprar bienes importados por encima del monto que podrían adquirir con los recursos que provienen de sus exportaciones. Por tanto, un déficit comercial (de bienes y servicios) es simplemente la contraparte del superávit en la cuenta de capital.

En la economía global, algunos países –como EU y México– son importadores netos de capital y, por ende, tienen un superávit en la cuenta de capital y un déficit comercial. Otros, como Japón, Alemania y China, son exportadores netos de capital, porque su ahorro interno excede la inversión interna.

El exceso de ahorro que estos exportadores de capital envían al exterior (déficit en su cuenta de capital) regresa a sus mercados para adquirir exportaciones, por lo que tendrán un superávit comercial. En consecuencia, el déficit comercial se determina exclusivamente por las tasas de ahorro e inversión de un país, y no por lo dura o laxa que sea su política comercial.

Un país atraerá capital externo cuando la inversión es mayor a su ahorro, como sucede en EU. Esto se traduce en una entrada neta de recursos externos (cuenta de capital superavitaria) y, forzosamente, en un exceso de importaciones sobre exportaciones (cuenta comercial deficitaria). Sin entrar en detalles técnicos, baste decir que por razones de identidad contable no puede ser de otra manera.

En consecuencia, si Trump quiere un superávit comercial, tiene que aceptar que el ahorro será entonces mayor que la inversión en EU y, por ende, que habrá una salida neta de capital. Él quiere, sin embargo, una entrada neta de capitales a su país, pero –por más que tuitee y tuitee– no podrá lograrlo, si al mismo tiempo promueve un superávit comercial.

El error del proteccionismo

Las ideas proteccionistas que esgrimen Trump y otros políticos en el mundo son equivocadas y, en caso de aplicarse, generarían más costos que beneficios a EU y México, así como a la economía global. La historia enseña que cuando han prevalecido las políticas proteccionistas, los costos pueden ser enormes, como fue el caso de la Depresión mundial de 1929.

Es verdad que un regreso al proteccionismo perjudicaría bastante más a México que a EU, pero ese país también sufriría una caída en su nivel de vida, un resultado totalmente opuesto a lo que espera la administración de Donald Trump.

Por lo tanto, todos estos riesgos deberían llevar a negociaciones que, si bien adecuen el contenido del TLCAN, mantengan el principio fundamental de la apertura comercial.

México no debe abandonar este principio, aun cuando EU llegase a eliminar el TLCAN, porque cerrarnos al exterior acabaría por agravar el golpe económico que representarían las barreras comerciales estadounidenses.

 

Este es un extracto del texto que el autor escribió para Alto Nivel y que podrás consultar completo en la edición impresa de abril. Busca tu revista en los principales puntos de venta, suscríbete en línea o descarga la revista digital. Sigue nuestra conversación en Twitter y Facebook.

autor Doctor en Economía, dirige su despacho de consultoría en asuntos económicos y financieros.
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