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Bitcoin: la gran burbuja que te hará ganar o perder dinero

07-06-2017, 6:40:01 AM Por:

El Bitcoin ha ganado gran popularidad entre los inversionistas. Sin embargo, esta divisa digital cumple con todas las características para crear una burbuja. Te explicamos.

Bitcoin está de moda, poco a poco en boca de cada vez más personas (“¿ya oíste de Bitcoin?”). No es la única “criptomoneda” pero por mucho la más antigua, famosa e, ingrediente fascinante en la mezcla, con un origen rodeado de misterio (creada por una persona o grupo que hasta hoy no se ha descubierto). Y el precio es ya ese imán que atrae las miradas (y la codicia), al parecer imparable, en muchos días intercambiándose en “máximos históricos” que empiezan a despertar cierta histeria entre aquellos (viejos lobos o novatos) que siguen los avatares de la moneda virtual.

A inicios de esta semana un nuevo máximo, por supuesto, rozando los 3,000 dólares por unidad. La trayectoria del precio en meses recientes parece, con algunos vaivenes, un misil coreano (de los exitosos que sí vuelan, claro). ¿Ese precio refleja una solidez en perspectivas futuras, o más bien el arranque de una histeria que llevará a una burbuja financiera? Otra posibilidad: ¿hay grupos “inflándola” para después lograr una ganancia rápida con su venta a los menos informados (el famoso “pump and dump”)? Puede ser, pero lo cierto es que todas las piezas del rompecabezas están ahí. Con ellas se puede armar, perfectamente, una burbuja centrada en cierto activo financiero, con Bitcoin en el centro de ese círculo que empieza a crecer.

¿Qué es una burbuja financiera?

Una burbuja se caracteriza por aumentos sostenidos y elevados en el precio de un activo, o conjunto claramente definido de activos, durante un periodo significativo de tiempo. Eventualmente dicho precio alcanza niveles que es difícil de explicar racionalmente, al menos con los parámetros tradicionales. Explicaciones hay, por supuesto (como se destacará es parte crucial de la burbuja) pero están muy lejos de ser las habitualmente utilizadas en temas financieros.

¿Cuánto es un “periodo significativo de tiempo”? Habitualmente varios años. Esto es crucial porque precisamente el paso del tiempo lleva a que muchas personas por completo ajenas al fenómeno se vayan enterando del mismo, poco a poco incitando su afán de ganancia rápida, y eventualmente entrándole con su dinero. Por años los precios de ese activo suben y suben (con ciertas bajas y mucha volatilidad en el camino), atrayendo cantidades crecientes de inversionistas, lo que lleva a mayor impulso al precio.

Por ello las burbujas son muy difíciles de definir, sobre todo cuando inician. De hecho, la certeza sólo se tiene posterior al estallido, cuando el precio pasa con rapidez de la estratósfera al sótano. Entonces sí, todos los “analistas” que habían ayudado a inflarla pasan a explicar, con igual sapiencia, cómo el público inversionista se pudo dejar arrastrar por una euforia que resultó insensata.

Alan Greenspan presentó un par de palabras que resumían, de forma magistral, esa insensatez. Cuando encabezaba el banco central de su país (la Reserva Federal) comentó en una comparecencia en el Congreso de Estados Unidos que los mercados accionarios parecían estar sufriendo de una “exuberancia irracional”. La frase hizo fortuna y es muy cierta. Pero también muestra lo difícil que es pronosticar una burbuja. Greenspan tenía la razón (la burbuja dot-com había iniciado en el segundo semestre de 1995), pero ocurre que dijo esas palabras en diciembre de 1996. Por increíble que parezca, la burbuja siguió por 40 meses más, explotando hasta marzo 2000.

Causas de una burbuja (Bitcoin las cumple todas)

¿Qué causa una burbuja? Hay varios factores potenciales:

  • Un activo “nuevo” y “diferente”

Bitcoin no es estrictamente un fenómeno nuevo, pero sí lo suficientemente reciente para que se pueda ver como tal. La creación de la moneda inició en 2009, aunque obviamente tomó varios años en popularizarse.

La tecnología muchas veces juega un papel central en una burbuja, porque es un elemento diferenciador, novedoso y atrayente. Lo más obvio para la actual generación fue internet y la burbuja dot-com, pero para los bisabuelos fue la burbuja de la radio y algunos aparatos operados con la novedosa electricidad. Para los bisabuelos de ellos fue la burbuja accionaria en ferrocarriles.

La tecnología hace que todo precio, por elevado que sea, pueda ser justificado. Como se trata de algo totalmente diferente, entonces se acredita incluso un valor exorbitante. Los pre-mileñals recordamos perfectamente nuestro impacto al enfrentar internet, una ventana que abría el mundo entero desde una computadora (¿poder leer los periódicos mexicanos del día en cualquier parte del mundo?, ¿tener acceso inmediato a documentos y estadísticas antes inalcanzables?). Lo mismo puede uno imaginarse a los bisabuelos ante un radio, o a los abuelos por primera vez frente a un televisor.

Pero esa revolución tecnológica engatusa sobre el valor. Porque leer el periódico (gratis, aparte de todo) no implicaba que el navegador o cierta página de internet tuviera que valer raudales de dinero. Esto es, sólo una burbuja podía explicar que el valor de capitalización de Yahoo! en la bolsa superara, en su auge, al valor de General Motors, Boeng y Heinz (las tres compañías juntas).

Bitcoin tiene atrás esa tecnología, de hecho, fue pionero absoluto al respecto. La llamada “blockchain” o cadena de bloques, sobre todo utilizable para almacenar datos en una forma creciente y enlazada (datos que no pueden ser revisados o modificados una vez “sellados” o “cerrados” de cierta manera). Su potencial está empezando a ser explotado, y el impacto que se espera es ciertamente enorme (que el precio de algo asociado a ello también lo sea es otra cosa).

  • Potencial impresionante

Lo “nuevo” es un elemento. Otro factor importante es el “potencial”. Por supuesto, el potencial de internet (o radio o ferrocarriles) era evidente a primera vista, por más que hicieran falta tiempo y recursos para el desarrollo pleno. Para Bitcoin no era (de hecho, no es) tan obvio, y quizá por eso tardó tanto tiempo en despegar. Finalmente, se trata de una moneda virtual, con la única distinción de que no existe una autoridad (ni gubernamental o de otro tipo) que la regule. Ahora ello se presenta a muchos como una maravilla: una “moneda” que no ha sido emitida por un banco central (como si eso le diera más valor).

Ciertamente, ello la hace una forma de intercambio preferente para aquellos centrados en actividades ilegales, desde lavado de dinero hasta comercio de productos como drogas. Esa demanda potencial se presenta actualmente, aunque ello no deja de ser irónico, como una fuente de valor. Además está el hecho de que más gobiernos y negocios privados han legalizado el uso de Bitcoin. Ello también ha desatado una euforia (lo hizo hace pocas semanas, destacadamente, el gobierno de Japón) sobre un uso que para muchos se vislumbra como gigantesco. Claro, entonces se espera un precio igualmente estratosférico.

A esa demanda conjunta se agrega una oferta “limitada”. No hay una emisión imparable de Bitcoins. Al contrario, esta es dosificada. A fines de 2016 se habían creado 16.07 millones, y para principios de junio había 16.37 millones. El máximo será de 21 millones cerrados, pero la última será creada en mayo de 2140. Esto es, ante una demanda que incluso se presenta como desaforada, la relativa “escasez” de oferta debe llevar, se concluye, a un precio igualmente impactante.

  • “Expertos” soplando

Nada como la voz del “analista”, ese “experto” quien explica, en términos entendibles para los más legos en el asunto, la maravilla que representa ese nuevo activo. Ese conocimiento será compartido, de sobremesa o en cualquier punto de reunión, con familiares, amigos o colegas de trabajo. La bola de nieve empieza a rodar gracias a esa nueva sabiduría compartido.

La mayoría de los “expertos”, dicho sea de paso, han comprado la película que venden. Con la misma sinceridad hablaban los analistas de las acciones dot-com, argumentando que los modelos tradicionales de negocio ya no eran viables, y que lo importante no eran los “bricks” (ladrillos) sino los “clicks” que el usuario daba en la página respectiva de internet. Ahora toca el turno a otros.

Y como Bitcoin es algo que no se puede tener a la mano (por algo es un registro encriptado) entonces la clave para efectos del público reside en una sola variable: el precio. Ya un analista predice que en una década una sola moneda valdrá 100 mil dólares. Como ese analista predijo, correctamente, que el precio llegaría a dos mil dólares en 2017, se ha transformado en una especie de gurú en el tema. Dicho sea de paso, la predicción se incluyó en una sección del reporte anual de su banco (Saxo Bank) intitulada “pronósticos escandalosos”. Otro analista pronosticó en CNBC que el precio será de cuatro mil dólares al terminar este año.

  • ¡Precio, precio!

Finalmente, las palabras se las lleva el viento. Los expertos soplando tienen resonancia sólo cuando hay algo consistente atrás. En el caso de Bitcoin lo único que el público puede entender es el precio, y ese precio está arañando los 3,000 dólares por moneda. Nada mal considerando que a fines del año pasado estaba por los 750 dólares, esto es, casi se cuadruplica en cinco meses.

 

¿Qué hay respecto a otras criptomonedas como Ether? Es muy probable que las más respetables se vean beneficiadas por un formidable efecto contagio. Igualito que cuando cualquier acción con el apellido “dot-com” era objeto de una exuberancia irracional.

¿Es una burbuja? Todo lo indica. ¿Cuánto durará? Puede ser que incluso años, porque la verdadera exuberancia irracional apenas comienza. ¿Cuándo reventaría? Imposible saberlo. ¿Hasta cuánto puede trepar el precio? Mucho, simplemente mucho (aunque lo de los 100 mil dólares suena a calentura excesiva). ¿Conviene invertir? Para aquellos que gustan de las emociones fuertes, quizá. Mucho cuidado, porque cuando la burbuja revienta el piso es el límite. En el caso de Bitcoin, ello quizá significa algunos cientos de dólares por unidad. En caso de invertir, ¿cuándo vender? Siguiendo la regla de inversionistas avezados, cuando hasta el peluquero te hable (o, peor, ofrezca recibir pago) en Bitcoin.

autor Doctor en Economía (Essex), economista (ITAM) y comunicólogo (UNAM). Profesor, Escuela de Negocios del ITESO, Investigador Asociado CEEY. Trabajó en el FMI.
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