Opinión: Ébola, serio problema de salud… financiera
Para un continente como el africano, que depende de terceros para salir adelante, no siempre existe interés para invertir en vacunas que no pueden pagar.
La enorme desigualdad económica que existe entre los continentes y, particularmente, entre las naciones ricas y pobres es de tal magnitud, que mientras unas no duermen por encontrar la reactivación, otras han dejado de hacerlo por la mortandad que las rodea.
El surgimiento de la enfermedad por el virus del Ébola se produce sobre todo en aldeas remotas muy pobres de África central y occidental, cercanas de la selva tropical. Trasmitido por animales salvajes, este mortal virus –alcanza hasta el 90% de los contagiados– se propaga por transmisión de persona a persona.
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El nombre de esta enfermedad proviene del río Ébola, donde fue identificado por primera vez en 1976 durante una epidemia que propicio centenas de muertos. De aquel entonces y hasta finales del 2013 no se había vuelto a presentar, como tampoco la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni las grandes farmacéuticas habían trabajado en una vacuna ante cualquier posible nueva eventualidad.
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Se estima que los casos de este nuevo brote de Ébola han afectado a más de 10,000 personas y de ellas al menos la mitad ha muerto.
Ciertamente, en Guinea, Sierra Leona y Liberia la posibilidad de cura ha sido menor que los casos aislados documentados en Estados Unidos o España, por mencionar un par de ejemplos. Quizá los cuidados y la atención médica oportuna son la diferencia.
Desde mi punto de vista, a medida que este virus más se propague, mayor será lo posibilidad de que surja una vacuna y/o la cura definitiva. ¿De qué depende? De que las farmacéuticas las descubran y, para ello, requieren de millones de dólares en investigación y desarrollo.
Existiendo un mercado potencialmente capaz de comprar el producto la solución debe estar cercana.
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Tristemente, para un continente como el africano, donde los niveles de pobreza son característicos y que dependen de terceros para salir adelante, incluso en el tema de salud, no siempre existe interés para invertir en vacunas que no pueden pagar. Depender de terceros resulta muchas veces peor que el propio Ébola.
La gran diferencia contra aquel no tan lejano 1976 es que las afectaciones han llegado a países poderosos, en parte por los negocios que de ellos existen en esta apartada parte del mundo.
El contagio de personas de nacionalidades distintas a las africanas y la necesidad de seguir volando a este continente, el cual en términos económicos es parte de la globalización de los mercados, requiere que exista una cura y pronto.
Las afectaciones económicas de este virus han impactado las acciones bursátiles de algunas aerolíneas, los intereses comerciales de otras tantas, que han dejado de viajar a ciertos países africanos, y los niveles de seguridad de los aeropuertos o puertos de entrada. Éstas invierten millones de dólares, tanto en personal como en tecnología, para detectar posibles visitantes infectados de Ébola, sobre todo para aquellos que llegan de sitios de alto riesgo.
En pocas palabras, este fenómeno está causando, además de las irreparables pérdidas humanas, gastos de millones de dólares.
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Por desgracia, para cuando la humanidad cuente con esta vacuna, el número de muertos se habrá incrementado y las economías africanas occidentales habrán perdido el rumbo, volviéndose más pobres y vulnerables.
Baste señalar que, hace unos días, el Banco Mundial dio a conocer que tanto Guinea como Liberia entrarían en recesión. El menoscabo para las naciones afectadas por Ébola podría alcanzar los 32,000 millones de dólares.
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