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Exigencia o excelencia, ¿qué necesita tu empresa?

02-07-2014, 2:16:40 PM Por:
Exigencia o excelencia, ¿qué necesita tu empresa? fifu

La vida en las empresa está llena de metas altísimas y colaboradores que padecen exceso de presión por las exigencias, pero... ¿en verdad esto trae excelencia?

Recientemente los mexicanos experimentamos sentimientos encontrados con respecto a la derrota de nuestra Selección de futbol frente a Holanda. Por una parte hay quienes se sienten orgullosos del desempeño y los avances que el equipo mostró durante su participación en el Mundial y, por otro lado, están quienes solo observan el resultado final: no llegamos al quinto partido.

¿Quién tiene la razón? No es el tema. Lo interesante es analizar dos formas posibles de observar las cosas y sobretodo de descubrir qué emocionalidad y acciones se generan a partir de esto. Algo similar nos sucede -tanto a nivel personal, como colectivo- cuando no se logra determinado objetivo.

Cuando hablamos de “ser exigente” y “buscar la excelencia” la mayoría
de las personas se llenan de orgullo al reconocer ambos atributos como
propios. Pero… ¿La exigencia promueve la excelencia o tortura y
desmotiva a quien la recibe?

¿Qué te dices cuando no logras lo que esperabas o se esperaba de ti?
¿Para qué buscas la excelencia? ¿Para ser el mejor? ¿Para ser más
competitivo? ¿Para vencer al rival? La excelencia existe indientemente del triunfo y de la competencia. Está más relacionada con la disciplina y el crecimiento sostenido.

Cómo funcionan las exigencias

La exigencia es un arma de dos filos, funciona hacia los otros, pero al mismo tiempo opera hacia nosotros mismos.

La exigencia nace a partir de una relación (aunque sea contigo mismo) en la que participan tres actores: El exigente, el exigido y un objetivo específico.

El exigente pone los ojos en la meta, sin considerar la opinión, voluntad y sentimientos del exigido, por lo que es una fuente constante de conflictos y frustración.

¿Cómo lograr la excelencia más allá de las exigencias?

1. Enfoque a largo plazo

Elegimos el camino de la exigencia, pues muchas veces nos ha traído resultados. Esta es la ganancia que obtenemos de ella. Pero… ¿Cuáles han sido los costos?

Confundimos eficacia con efectividad, no es lo mismo hacer las cosas bien que hacer lo correcto. La exigencia nos brinda resultados a corto plazo y momentos de alto desempeño, pero éstos no se sostienen en el tiempo. El exceso de presión y la falta de consideración van mermando el rendimiento del exigido hasta que la relación termina por romperse o la productividad se estanca.

2. Conversaciones honestas

Conocer la opinión del otro con respecto a la meta, nos ayuda a reajustar los objetivos para tener una visión compartida en lugar de un enfoque unilateral.

A nivel personal es importante cuestionarte si lo que estás haciendo verdaderamente tiene que ver con tus propias metas o si sólo estás cumpliendo el objetivo y las exigencias de alguien más.

También puedes leer: ¿Es realmente tu sueño, o de alguien más?

Cualquiera diría que no tiene tiempo de conversar. El ritmo acelerado de la vida nos impide establecer conversaciones estratégicas con los demás y con nosotros mismos. Créeme, el tiempo que puedas invertir hoy en una conversación es mínimo en comparación al tiempo que deberás dedicar después para solucionar los problemas que surjan por no haber estado en sintonía desde un principio.

3. Capacidad de disfrutar

La exigencia aniquila la satisfacción y nos incapacita para disfrutar de nuestros logros. Vivimos con la creencia y la sensación de que nunca es suficiente. No da espacio al reconocimiento, propio o a terceros.

La excelencia requiere de aprendizaje y bienestar y en la exigencia sólo hay sometimiento, resentimiento y cansancio. No es de extrañarse que el síndrome de burnout sea una tendencia preponderante en las organizaciones.

También puedes leer: 6 estrategias para prevenir el Síndrome de Burnout

En mis sesiones como coach, es común que escuche frases como esta: “Este es el ritmo que se vive en la empresa, ya me estoy acostumbrando”. Los colaboradores son entrenados para trabajar en medio de metas altísimas y un ambiente lleno de exigencias… pero ¿en verdad hay excelencia ahí? No necesariamente.

Es el bienestar y no la exigencia el motor de la excelencia.

El amor por lo que hacemos y no la obsesión por la meta, es lo que trae excelencia. Disfrutar del camino, mientras se avanza hacia los resultados esperados, sin dejas atrás la disciplina y la mejora sostenida. Incluso así podríamos ser más competitivos.

Claro siempre existirá la opción de vivir amargado, estresado, cansado y deprimido. Tú eliges: ¿excelencia o exigencia?

La autora es Coach Empresarial y de Vida y puedes seguirla en Twitter en @March_coach

autor Coach ontológico e instructora en temas de desarrollo humano y empresarial.
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