Aire caliente y show político el programa de Formalización de EPN
Las herramientas para combatir la informalidad han existido por años y el Programa de Formalización del Empleo firmado ayer no parece tener ninguna sustancia.
Ayer que llegué a casa, luego de un lunes un tanto complicado, me sorprendió ver que la esquina de Montevideo y Politécnico, en la Colonia Lindavista, tenía una pinta que hace mucho no veía: el Sanborns se apreciaba completito, lo mismo que las sucursales bancarias y farmacias. Todo estaba limpio y bastante agradable a la vista.
Noté entonces la razón: los puestos ambulantes que infestan esta zona brillaban, realmente, por su ausencia. Vaya, me dije, este Programa de Formalización del Empleo está funcionando rapidísimo, ¡apenas acaban de terminar los discursos!
Me imaginé que acaso las 30 o 40 personas que ocuparon por años las banquetas de mi terruño ya estaban haciendo fila en el Seguro Social para tramitar su “hoja rosa” y checar entrada en un empleo formal, digno, bien pagado, con todo y afore e Infonavit y hasta vales de despensa… Naaah… al parecer alguien negoció con ellos moverlos a otra banqueta más adelante.
Así que me lancé a ver qué tendría el Programa mencionado, con su promesa de formalizar 200,000 empleos en el segundo semestre del año, a ver si había forma de inscribir a los ambulantes de Lindavista de una vez por todas.
No encontré nada. Por ningún lado se vio el documento que entendería firmaron todos los gobernadores, los dirigentes empresariales y sindicales del país, quienes llenaron las afueras de Los Pinos con sus camionetas y escoltas para tan solemne acontecimiento.
De todos los anuncios que ha dado la presente administración como reformas, leyes, planes contra el hambre, etcétera, me temo que este Programa si es más aire caliente y show que carnita. Se trajeron a todos los gobers y les pusieron una meta que, dividida entre todos, es una baba: 200,000 empleos formalizados resultan en un promedio de 6,000 por entidad en seis meses. Si, como resulta, se limitan a formalizar a los propios empleados estatales y municipales que han traído con recibos de honorarios por años, con eso tendrían para llegar a su cuota.
En cuanto al dicho de que los gobiernos estatales no tratarán con proveedores que tengan empleados informales, esto suena un tanto extraño, pues por normatividad no deberían de poder comprarle a cualquiera, de entrada. Ahora que si van a verificar el status de todos los empleados de estas empresas con las que hacen negocio, la cosa se pone más complicada: tendrían que ponerse a legislar para darse esa capacidad de auditar a terceros, una facultad que por ahora sólo tienen instituciones como el IMSS y el SAT. La verdad no suena posible. De hecho, francamente daría miedito y saldría peor que se dieran esas facultades.
Por ahí se mencionaron otros “cómos”: más créditos, flexibilidad en contrataciones, estímulos, eliminación de trabas, simplificación. Todas éstas son medidas que más bien tienen que ver con la Reforma Laboral, la Fiscal y la Financiera. Es decir, el Programa de Formalización parece estarse alimentando de un plato que ya está servido en otra mesa.
Este mensaje fue más político que otra cosa, aprovechando un pretexto para hacer unas de esas demostraciones de fuerza y poder de convocatoria que le gustan al priísmo. Porque las herramientas para combatir la informalidad siempre han estado en manos de los gobiernos, tanto en forma de castigos como de estímulos.
Como dicen los polis cuando pasas frente a un choque: aquí no hay nada que ver, circule, circule.
PD: Referente al eterno tema petrolero, resulta muy elocuente el comentario de Luis González de Alba en Milenio, a propósito de la reforma energética que estuvo a punto de hacer Ernesto Zedillo hace más de 12 años. Ésta fue bloqueada por el PAN en aquellos años, afirma, “por joder”.
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