El nuevo orden monetario: Estados Unidos, China y el futuro del dólar

Estados Unidos está convencido de que ha llegado el momento de corregir los graves desequilibrios que, desde su punto de vista, han originado el "abuso" del mundo contra ese país.
El mundo atraviesa un profundo proceso de cambio que nos llevará a un nuevo orden monetario, según explican los analistas que siguen de cerca la evolución de los acontecimientos y las acciones de quienes dictan en este momento el destino del planeta, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Para los analistas, las barreras tarifarias impuestas por Trump y el desplome de las bolsas estadounidenses son, muy probablemente, apenas la punta de un iceberg con múltiples dimensiones: seguridad nacional para Estados Unidos, comercio exterior, aspectos laborales e industriales, reequilibrios externos y un nuevo orden monetario mundial.
De acuerdo con los expertos, el mundo enfrenta el episodio monetario más relevante desde el Acuerdo de Bretton Woods de julio de 1944. El objetivo del gobierno de Trump es rediseñar el orden monetario internacional y corregir los desequilibrios económicos acumulados en los últimos cincuenta años, especialmente en su balanza comercial y su cuenta corriente.
En este contexto, aunque el dólar podría perder protagonismo, seguirá siendo la moneda de reserva global durante muchas décadas. De hecho, la debilidad del dólar es una de las principales estrategias de Estados Unidos para corregir sus cuentas nacionales. Como consecuencia, algunas divisas, especialmente el yuan chino, ganarán mayor relevancia a nivel global.
¿Qué fue Bretton Woods?
En 1944, en Bretton Woods, se estableció el patrón del dólar convertible al oro, fijando el valor de una onza troy en 35 dólares (hoy supera los 3,000 dólares). Bajo este sistema, las demás monedas del mundo tenían tasas fijas con respecto al dólar, pero no eran convertibles al oro. En esencia, el dólar fungía como oro.
Sin embargo, los economistas advirtieron que, si una nación emite la moneda de reserva mundial, al expandir la oferta de dinero conforme crece el PIB global y aumenta la demanda del comercio internacional, se genera un incentivo para emitir más moneda. Esto, a su vez, provoca déficits comerciales y una creciente deuda externa. Si esta tendencia se prolonga, la confianza en la moneda y en el país emisor podría erosionarse. Aunque el dólar no ha llegado a este punto, los economistas de hace 80 años parecían anticipar correctamente el dilema actual.
Trump quiere un dólar débil
El presidente Donald Trump parece coincidir con quienes, en 1944, no avalaron el acuerdo de Bretton Woods, pues preveían los graves problemas que enfrentaría el país cuya moneda sería la preponderante en el mundo, particularmente en términos de los desequilibrios en sus cuentas nacionales. Los economistas afines a Trump sostienen que, si Estados Unidos reduce su déficit comercial –como él pretende–, la comunidad internacional perdería su principal fuente de reservas. Esto podría generar una escasez de liquidez que sumiría a la economía mundial en una espiral contractiva, comenzando por Estados Unidos. No obstante, estiman que después habría una recuperación.
Trump ha señalado que no se debe descartar una recesión temporal, lo que ha provocado caídas abruptas en las bolsas. Sin embargo, el mandatario considera este ajuste necesario: “Es necesario un poco de dolor”, ha declarado, con el fin de corregir lo que llama “el gran abuso del mundo contra Estados Unidos”.
Para la mayoría de los analistas, la estrategia de Trump es clara, pero también riesgosa para la economía global. Sus objetivos incluyen:
- Mantener al dólar como moneda de comercio, reserva y activo internacional.
- Corregir los desequilibrios internacionales que afectan a Estados Unidos desde hace décadas.
- Impulsar la producción nacional de bienes estratégicos, desde alimentos hasta semiconductores y armamento, fortaleciendo la seguridad nacional.
A largo plazo, esta estrategia busca aumentar el empleo, la renta, el consumo y la inversión en la economía real. Al menos, esa es la teoría.
El nuevo orden monetario mundial
El nuevo orden monetario global otorgará al yuan chino un papel más relevante. Su peso en las cestas de divisas es considerable, dado que China es la segunda mayor economía del mundo y tiene una fuerte vocación exportadora. A diferencia de Estados Unidos, China aún no enfrenta los mismos desequilibrios internos en sus cuentas nacionales, lo que será un factor determinante en la guerra comercial entre ambas potencias.
Al mismo tiempo, la consolidación de las monedas digitales será otro fenómeno clave en los próximos años. El bitcoin se perfila como la principal divisa de este segmento, aunque el mercado de criptomonedas experimentará una depuración, eliminando muchas de las criptodivisas que hoy proliferan sin un respaldo sólido.
Hasta ahora, el dólar es la moneda más utilizada en el mundo, seguido por el euro y la libra esterlina. El yen japonés es relevante en el comercio internacional, mientras que el yuan chino, que hace unos años se usaba principalmente en China y Canadá, ha comenzado a ganar presencia en Europa y América Latina, incluyendo Brasil.
Con China consolidándose como actor clave en el mercado de divisas, los BRICS también asumirán un papel más relevante en la economía mundial. Además, se apoyarán en el comercio de energía, especialmente el mercado del petróleo, para ampliar su influencia global.
Según los analistas, el mundo ya ha ingresado en un terreno desconocido e irreversible. Estados Unidos parece decidido a corregir los desequilibrios acumulados durante décadas, lo que inevitablemente conducirá a un nuevo orden monetario global.
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