Buscador
Ver revista digital
Economía

El fantasma de la estanflación se vuelve cada vez más real en el mundo

06-09-2021, 6:10:00 AM Por:
© Especial

La variante delta provoca restricciones en las cadenas de suministro, reduce el crecimiento de la producción y limita la oferta de mano de obra.

Occidente está bajo intensas presiones inflacionarias. No es novedoso, pero no deja de ser preocupante; de hecho es el factor que podría detonar una nueva crisis, profundizar la que vivimos actualmente, o posponer el crecimiento por mucho tiempo.

El fantasma de la estanflación se vuelve a hacer presente con una inflación en el mundo en sus niveles máximos en una década. En Estados Unidos, la tasa promedio durante el año se ubica en 5.4 por ciento, lo que mantiene prendidas las alertas en todo el planeta.

En la Eurozona las cosas no marchan mejor, su tasa se ubica en 3 por ciento, pareciera poco pero no lo es para una región que por décadas había visto lecturas más cercanas al 1 por ciento.

Por su parte, entre los países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OCDE), el llamado club de ricos, la tasa de inflación es de 4.2 por ciento, pero las lecturas de los años previos eran de 2 por ciento.

Esta inflación tiene inquietos, sobre todo, a los bancos centrales, pero también a muchos inversionistas y no se diga a los analistas, quienes entre sus escenarios mantienen más vivo que nunca un escenario de estanflación, incluso superior al que se registró en la década de los años setenta del siglo pasado, el antecedente más reciente.

La situación es cada vez más alarmante para algunos analistas. Así, la semana pasada varias casas de análisis señalaban la presencia de señales que sugieren un incipiente proceso de estanflación.

Aumento de precios en bienes y servicios, combinados con una desaceleración drástica y en algunos casos repentina del ritmo de crecimiento económico, son malas señales desde su punto de vista, sobre todo en un entorno de estímulos monetarios, crediticios y fiscales.  Francia, España, Italia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, e incluso las naciones nórdicas, tienen estas señales, según los expertos.

Inflación, ¿temporal?

El Banco de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, ha insistido en que las presiones inflacionarias son temporales, así lo reiteró Jerome Powell durante su ponencia en Jackson Hole, pero lo ha dicho en innumerables ocasiones durante los meses recientes.

Sin embargo, los analistas insisten en preguntarse cuánto tiempo se incluye en el concepto de temporalidad de la Fed (meses, semanas, años), algo que Powell no contesta hasta el momento. La situación en el resto de los bancos centrales de occidente es más o menos la misma.

La justificación de la temporalidad inflacionaria para la Fed, de acuerdo a las señales que ha mandado, consiste en el impacto de la variante delta del coronavirus, este problema genera pequeños confinamientos, pero sobre todo, restricciones en las cadenas de suministro, reduce el crecimiento de la producción y limita la oferta de mano de obra.

Muchos sectores se mantienen afectados por este fenómeno, un amplio porcentaje trabaja “a media máquina”; el impacto para las cadenas de suministro y los sistemas logísticos globales es evidente.

En un contexto así, se genera escasez en insumos, sobre todo en aquellos que “mueven” otras industrias, lo que sucede en el mercado de semiconductores es el mejor ejemplo. Al final se obstaculiza aún más la producción de automóviles, productos electrónicos y otros bienes de consumo duraderos, un golpe directo a la inflación.

Esto lo conoce perfectamente la Fed, pero mantiene su postura de que será transitorio. Sin embargo, en el mundo la pregunta cada vez se generaliza más: ¿Y si no lo es? Además de que se añaden otras como ¿Y si la Fed y los otros bancos centrales se equivocan?, ¿y si la Fed no tiene bajo control los efectos secundarios de esa medicina llamada “estímulo monetario”?

La encrucijada de los estímulos monetarios

Otro gran debate gira en torno a los estímulos monetarios. Quienes piden que ya empiecen a retirarse antes de que sea demasiado tarde, chocan con quienes piensan que deben mantenerse el tiempo necesario, sobre todo por la asincronía de la recuperación.

Retirar dichos estímulos sería como soltar la cadena de un furgón del tren cuando este se encuentra en pleno ascenso de una pendiente, el riesgo de que se desplome es total. Pero la pendiente ha sido muy pronunciada y no se sabe en qué condiciones llegarán las economías cuando todo haya pasado.

Shocks en la oferta, de largo plazo

Lo que se ve en el horizonte inmediato es un shock en la oferta, eso es muy claro. Pero el problema no es sólo el corto plazo, mucho menos el plazo inmediato. Lo que se teme es que dicho escenario se mantenga por más tiempo, los temores hacia el largo plazo son evidentes.

En el mundo existe una tendencia hacia el proteccionismo y la reversión del proceso de globalización que inició en el último cuarto del siglo pasado. Las cadenas de suministro se están afectando, ya sea con interrupciones como las registradas por la pandemia o por este proceso de regreso a lo local.

También, el envejecimiento demográfico, especialmente en las economías avanzadas, parece un fenómeno incontenible, dicho envejecimiento, junto con las políticas nacionalistas de lucha contra la desigualdad, impulsan los salarios en prácticamente todo el planeta, pero no hay trabajos suficientes para las nuevas generaciones.

Para quienes han detectado señales sobre el inicio de un proceso de estanflación en el mundo, estos fenómenos no desaparecerán pronto, por el contrario, están dadas todas las condiciones para que se mantenga el shock en la oferta durante mucho tiempo. La estanflación tendrá de dónde nutrirse.

  • TAMBIÉN LEE:

Comentarios