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Economía

Después del Gran Confinamiento, sigue la “Gran Divergencia”, advierte el FMI

26-02-2021, 6:10:00 AM Por:
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Profundizaría más las desigualdades existentes, condenaría a millones a la pobreza y sería el gran impedimento para la movilidad social quizás por décadas.

A pesar de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció hace poco un incremento de su expectativa en torno al crecimiento mundial para colocarlo en un nivel de 5.5 por ciento para este 2021 y 4.2 por ciento para el siguiente año, lo cierto es que la recuperación será larga e incierta.

En sus apuntes previos a la reunión virtual del G-20 (las 20 economías más importantes del planeta), que se lleva a cabo esta semana, el FMI dijo que las perspectivas de recuperación presentan peligrosas divergencias entre países y regiones.

Así, para el organismo financiero multilateral existe un riesgo considerable de que, mientras las economías avanzadas y algunas de mercados emergentes (China, principalmente) se recuperan a mayor velocidad, la mayoría de los países en desarrollo languidezcan durante años.

De suceder lo anterior, se agravaría no solo la tragedia humana de la pandemia, sino también el sufrimiento económico de los países más vulnerables; el reto ahora es justamente ese: evitar lo que el FMI denomina como “La Gran Divergencia”.

Esa Gran Divergencia profundizaría más las desigualdades ya de por sí existentes, condenaría a millones a la pobreza y sería el gran impedimento para la movilidad social quizás por décadas; es decir, los pobres de antes, junto a los pobres de la pandemia, serían la base generacional de millones de pobres en el futuro. Los gobiernos del mundo tienen la palabra, pero no es seguro que todos hayan tomado las medidas necesarias y correctas para evitar esta amenaza, la de La Gran Divergencia.

Mayor desigualdad

Para respaldar su análisis, el FMI pone sobre la mesa algunas cifras que desde su punto de vista abonan al temor que tiene sobre un crecimiento ampliamente divergente en los próximos años.

Por ejemplo, para el final del año 2022 el ingreso per cápita acumulado será 13 por ciento inferior a las proyecciones previas a la crisis en las economías avanzadas, habrá disminuido 18 por ciento en los países de bajo ingreso, y 22 por ciento en las economías emergentes y en desarrollo, excluida desde luego China.

El impacto previsto en el ingreso per cápita se traducirá en un incremento de varios millones en el número de personas en situación de pobreza extrema, sólo en el mundo en desarrollo. Los escenarios para las economías emergentes, excepto China, podrían ser dramáticos.

Con base en estas y otras cifras, el FMI advierte que la convergencia económica entre países es un fenómeno que cada vez se aleja más, consecuencia directa de una crisis inesperada.

Antes de esta crisis, el FMI pronosticaba una reducción de las brechas de ingreso entre las economías avanzadas y 110 países de economías emergentes y en desarrollo para el período 2020–22. Sin embargo, ahora estima que sólo 52 economías lograrán converger durante ese período, mientras que otras 58 se quedarán rezagadas, la inmensa mayoría son naciones emergentes.

Mucho tiene que ver con las políticas económicas adoptadas a raíz de la pandemia. Por ejemplo, las economías avanzadas desplegaron el año pasado en promedio un 24 por ciento de su PIB en medidas fiscales, frente a tan solo 6 por ciento de los mercados emergentes y menos de 2 por ciento de los países de bajo ingreso. Las comparaciones entre países también muestran que medidas de apoyo fiscal más sustanciales, se asociaron en muchos casos con una menor pérdida de empleo.

Por si fuera poco, divergencia interna

La divergencia entre países no es todo, ni lo único que preocupa. Hay un gran riesgo por la llamada “divergencia interna”, fenómeno que ha registrado una gran aceleración a raíz de la crisis generada por el Covid-19. Los jóvenes, los trabajadores menos calificados, las mujeres y los trabajadores informales, se han visto gravemente afectados por la pérdida de puestos de trabajo. El escenario adverso se complementa con la interrupción educativa que sufren millones de niños en las naciones emergentes y de bajos ingresos; para el FMI permitir que estos niños se conviertan en una “generación perdida”, sería un error imperdonable.

No hacer nada, hacer poco, o adoptar estrategias equivocadas, únicamente provocará el agravamiento de las “cicatrices económicas”, profundamente duraderas, complicando por completo el objetivo de reducir la desigualdad e impulsar el crecimiento y el empleo.

El reto es enorme y podríamos perderlo de vista, advierte el FMI, al tiempo que proporciona una cifra que por sí sola habla del “monstruo” que tenemos enfrente: Sólo para el conjunto de las economías del G-20 (con la exclusión de India y Arabia Saudita por limitaciones de los datos), se proyecta que se pierdan más de 25 millones de puestos de trabajo este año y cerca de 20 millones en 2022, con respecto a las proyecciones previas a la crisis.

La receta del FMI

En el análisis, el FMI plantea algunas medidas de política económica y pública que podrían adoptarse, para quienes no lo hayan hecho, con el fin de acelerar la recuperación en las economías que se pudieran rezagar y evitar así esta Gran Divergencia.

1. Redoblar los esfuerzos para acabar con la crisis sanitaria

El FMI hace una advertencia: “La pandemia no habrá terminado en ninguna parte, hasta que termine en todas partes”. Por eso, es necesaria una cooperación internacional mucho más fuerte que permita acelerar la distribución de vacunas en los países más pobres. También debe garantizarse un mayor acceso a terapias y pruebas diagnósticas. Los argumentos económicos a favor de la acción coordinada son abrumadores. Un avance más rápido en la batalla contra la crisis sanitaria podría traducirse en un incremento acumulado del ingreso mundial de 9 billones de dólares en el período 2020–2025.

2. Intensificar la lucha contra la crisis económica

Con los países del G-20 a la cabeza, el mundo ha adoptado medidas sincronizadas nunca antes vistas, incluidos casi 14 billones de dólares en medidas fiscales. Los gobiernos deben consolidar estas medidas manteniendo el apoyo fiscal debidamente calibrado y focalizado en función de la fase de la pandemia, el estado de sus economías y su espacio de política fiscal.

La clave es ayudar a mantener los medios de vida y, al mismo tiempo tratar de evitar la quiebra de empresas que en otras circunstancias serían viables. Para eso no solo hacen falta medidas fiscales, sino que también hay que mantener condiciones financieras favorables mediante políticas monetarias y financieras acomodaticias, que apuntalen el flujo de crédito a hogares y empresas.

3. Reforzar el apoyo a los países vulnerables

Dado que sus recursos y el margen de maniobra de sus políticas son limitados, muchos países de mercados emergentes y de bajo ingreso podrían enfrentarse en breve a una elección imposible: mantener la estabilidad macroeconómica, hacer frente a la crisis sanitaria o cubrir las necesidades básicas de sus habitantes.

El aumento de su vulnerabilidad no solo afecta a sus propias perspectivas de recuperación de la crisis, sino también a la velocidad y la magnitud de la recuperación a escala mundial, y puede ser una fuerza desestabilizadora en varias zonas ya de por sí frágiles. Los países vulnerables necesitan ayudas sustanciales en el marco de un esfuerzo integral.

Por ejemplo, el FMI ha intensificado de forma inusitada sus esfuerzos proporcionando más de 105 mil millones de dólares en nuevo financiamiento a 85 países, y alivio del servicio de la deuda para los países miembros más pobres. El objetivo es llegar aún más lejos para apoyar a los 190 países miembros en 2021, y en lo sucesivo.

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