Buscador
Ver revista digital
Economía

Consumo o inversión, ¿cuál de los dos impulsa el desarrollo?

16-10-2020, 6:10:00 AM Por:
© Especial

Algunas veces se equiparan ambos elementos como si fueran una mancuerna. Error, uno es consecuencia directa de otro.

En varias ocasiones suele difundirse que el consumo y la inversión son las palancas del desarrollo; sobre todo a nivel de funcionario gubernamental es usual esta idea, dejando entrever que uno y otro tienen la misma función de manera indistinta, o incluso actúan como mancuerna.

El asunto es delicado porque, además de la falta de conocimiento entre quienes deben tenerlo, se deja la impresión en la población en general que su función es impulsar el desarrollo, que de sus niveles de consumo depende la dirección de la economía, lo que no es correcto.

En México y en el mundo entero uno de estos factores es el detonante del desarrollo, mientras que el otro es consecuencia. Efectivamente, suelen ir de la mano, pero no porque sean similares, sino porque lo que sucede en uno de ellos impacta siempre para bien o para mal en el otro.

Consumo: Se entiende por consumo, en términos económicos, a la acción que realizan los seres humanos para utilizar y/o gastar un producto, un bien o un servicio, todos ellos utilizados para satisfacer necesidades humanas primarias (comer, por ejemplo) o secundarias (viajar). Es también definido por los economistas como la fase final del proceso productivo, el momento en el que el bien obtenido es capaz de servir de utilidad al consumidor. Al consumo exacerbado de bienes y servicios sin objetivos específicos de satisfacción de necesidades, se le denomina consumismo.

Para no entrar en términos demasiado densos, el consumo es toda acción que realiza el ser humano para adquirir un producto o servicio con el que satisface alguna necesidad. Por definición y por sentido común, el consumo es inherente a la gente, todos tenemos necesidad de consumir en mayor o menor medida de acuerdo a nuestros patrones y de manera muy especial, sobre todo en las sociedades modernas, a nuestras condiciones económicas que están determinadas nada más y nada menos que por… la economía.

Es decir, el consumo no es un motor del desarrollo, sino la consecuencia del desempeño económico de un país o sociedad, los seres humanos tenemos que consumir aunque sea lo esencial, de cómo se comporte el entorno económico dependerá que el consumo sea menor o mayor en determinada sociedad.

El consumo es tan importante como patrón de medida del desarrollo que en el año 2015 El británico-estadounidense Angus Deaton ganó el Nobel de Economía de ese año por su análisis sobre consumo, pobreza y bienestar. Su obra gira en torno a tres grandes cuestiones: ¿Cómo distribuyen los consumidores su renta entre los diferentes bienes y servicios?, ¿cuánto se ahorra y cuánto se gasta en el conjunto de una sociedad?, y ¿cuál es la mejor manera de medir la pobreza y el bienestar?

El trabajo del nobel no deja lugar a dudas, el consumo es el reflejo de las condiciones económicas de un país o una sociedad, es consecuencia directa y no la causa, el bienestar y el desarrollo son impulsados de otra manera, por otro factor, ¿cuál?

La inversión, y sólo la inversión, trae desarrollo

La inversión es el único detonante del desarrollo, existen dos tipos clásicos de inversión: pública y privada; en la inmensa mayoría de las naciones y desde todos los tiempos (aún en la era del socialismo), la inversión privada es el gran detonante. Sin embargo, la inversión pública la complementa y además juega un papel muy importante porque en ella se reflejan las políticas públicas que teóricamente tienen como objetivo fomentar el desarrollo.

El aspecto de las políticas públicas es muy relevante porque es con ellas con las que se generan elementos básicos para las inversiones: certeza, certidumbre y/o confianza. Sin estos elementos, es altamente probable que cualquier país tenga problemas de crecimiento, desarrollo y desde luego consumo.

La inversión genera empleos, proyectos múltiples, y como consecuencia natural, incide en el nivel de consumo de la sociedad; primero es la inversión y luego el consumo; sin la primera, el segundo tiene problemas.

Es importante dejar claro cuál es el papel de cada uno de estos elementos: el consumo es consecuencia directa del nivel de inversiones en un país, estas inversiones determinan el desarrollo. En México, por ejemplo, se observan cifras preocupantes desde hace algunos meses. En el año 2019, la inversión como proporción del PIB fue de 20.9 por ciento, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que significa la cifra más baja en 15 años ya que en 2005 este mismo indicador se colocó en 20.7 por ciento; analistas consideran que un país como México debe tener un porcentaje mínimo de 25 por ciento del PIB para aspirar a generar una tendencia creciente de desarrollo, pero en las naciones industrializadas los estándares son incluso superiores al 50 por ciento.

En ocasiones sucede también que las sociedades registran trayectorias crecientes de consumo, lo que es hasta cierto punto normal considerando lo que señalamos en un inicio, que por definición todos los seres humanos consumimos, aunque sea lo esencial, no necesariamente es reflejo de más desarrollo y bienestar.

Lee: Si Banxico recorta las tasas, ¿se abaratan los créditos al consumo?

Comentarios