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Economía

Así era el monopolio eléctrico antes de la reforma de 2013

16-02-2021, 8:46:36 AM Por:
© Notimex

La apertura del sector a privados trajo mayor inversión y generación de electricidad con energías limpias, aunque no bajó el precio de la luz y esta es la razón.

La contrarreforma eléctrica presentada hace unas semanas como iniciativa preferente es un retroceso. Elimina todo lo que se avanzó en los años previos con la Reforma Eléctrica de 2013, de la que se dice estuvo mal hecha porque desmantelaba a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuando lo que se buscaba era justo evitar que dicha empresa siguiera como el monopolio estatal que impedía el desarrollo de la industria y del país.

Los fundamentos de la reforma energética y eléctrica fueron expuestos en su oportunidad y en ellos el aspecto fundamental era la rectoría del estado, pero bajo un nuevo marco regulatorio que diera certidumbre legal, que abriera al sector a las inversiones para que el país se modernizara luego del fracaso de los dos grandes monopolios energéticos, Pemex y CFE.

La contrarreforma lo que hace es eliminar todo de un plumazo, regresa a su carácter de monopolio del estado a las dos empresas arriba mencionadas y cierra la posibilidad de que el desarrollo del país sea impulsado por el sector energético.

Si el marco regulatorio tenía “lagunas”, lo ideal era ajustarlo. Si había evidencias de malas prácticas y, peor aún de corrupción, era el momento de actuar, pero el costo de tirar los avances de los últimos años puede salir muy caro al país.

Es importante conocer qué fue lo que cambió en el sector eléctrico con la reforma de 2013, lo que explica por qué en el sector industrial nacional e internacional existen serias preocupaciones, y por qué organismos como la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), llama a los legisladores a evitar un daño irreparable al país con la aprobación de la contrarreforma.

Esta era la CFE y el “mercado” eléctrico mexicano antes de la reforma de 2013

La CFE es “adicta” a la producción de energía con fuentes fósiles, lo ha sido por muchos años, décadas antes de que se supiera el daño que hacen al planeta, y lo sigue siendo ahora con toda la información que se tiene al respecto.

Cifras del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), señalan que en el año 2013 cuando se promulgó la reforma energética, la matriz eléctrica mexicana se conformaba en 81.7 por ciento por tecnologías que usaban combustibles fósiles para la generación eléctrica, menos de 20 por ciento era generado por energías limpias.

Así, en ese año, 2013, la generación eléctrica fue el segundo sector que más emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) liberó a la atmósfera.

El Foro Inter American Dialogue 2014 calculó que un año antes las emisiones de GEI de México fueron 38 por ciento más altas que el promedio de toda Latinoamérica, así de contaminante era el monopolio estatal.

¿Lo hacía a bajos costos? Debido a que la CFE abarcaba todas las actividades en la cadena de valor, el gasto que ejercía era considerable. Un análisis elaborado entonces por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) señala que los gastos de generación eléctrica prácticamente abarcaban la mitad (45.3%) de los ingresos recaudados por compañía.

La CFE era un monopolio y no sólo eso, era un monopolio vertical; es decir, era una empresa que se encargaba de todo, con las consecuentes ineficiencias y otras malas prácticas.

De acuerdo con las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), realizadas en el marco de la reforma, nuestro país tendría en 2030 una población de 137.5 millones de personas, lo que provocaría un consumo de energía eléctrica 45 por ciento superior a lo que se demandaba en ese momento. Era necesario modernizar el mercado y hacer algo con la CFE, el modelo cerrado energético era a todas luces inviable en el nuevo siglo.

Los resultados de la primera reforma

Un reciente análisis elaborado por el CIEP señala los resultados que se obtuvieron con la reforma de 2013, y que contradice los dichos de quienes aseguran que la reforma fue un fracaso.

“A partir de 2015, se apreció un aumento sustancial en los montos de inversión extranjera directa dirigidos al sector eléctrico. De 2015 a 2018, la inversión extranjera creció a un ritmo promedio anual de 80%. El monto de inversión extranjera hacia el sector alcanzó un máximo de 4 mil 998 millones de dólares en 2018, 465% superior con respecto a 2013. Sin embargo, a partir de 2019 se notó un descenso en la inversión, pues en este año la inversión fue 74% menor con respecto a 2018. Se prevé que la inversión en 2020 sea inferior que 2019 pues, a septiembre de 2020, los datos de inversión fueron 32% menores con respecto al mismo periodo de 2019″

“De 2015 a 2018, se realizaron tres subastas de largo plazo, en donde se comprometieron inversiones en infraestructura eléctrica verde y se alcanzaron precios internacionalmente competitivos. Tan solo en la última subasta de 2018, se adjudicaron proyectos por una inversión aproximada de 2 mil 500 millones de dólares y, a nivel mundial, se ofertó el precio más bajo en energía solar y el segundo más bajo en energía eólica”.

¿Por qué no ha bajado la luz?

El CIEP lo explica en su análisis: “Existe un problema de saturación de redes, producto de una desinversión en la actividad de transmisión de energía. Debido a esto, los costos del suministro básico no han disminuido, a pesar de las inversiones”.

Esto responde el por qué no ha bajado la luz; lo que el párrafo anterior quiere señalar es que la transmisión de energía no se lleva a cabo con la eficiencia necesaria debido a que la CFE, encargada del mercado, no cuenta con la infraestructura requerida, hay un cuello de botella. Redes saturadas es igual a ineficiencia, que se traduce en imposibilidad de bajar los precios de la luz; el impulso al desarrollo tiene nuevamente en la CFE un gran obstáculo.

Consecuencias de la contrarreforma

Casi todas las voces del sector, sin considerar al ala gubernamental, se han pronunciado en contra de la reforma y señalan muchas consecuencias negativas para el país en caso de aprobarse. Aquí sólo 3 de las más importantes.

1) Prácticamente se cierra la puerta del mercado mexicano para los generadores de energías sustentables como la eólica o solar. Esto viola las disposiciones del estado mexicano que en la Ley de Transición Energética (LTE) dispone que para el año 2021 la producción de energías limpias en México debería equivaler a 30 por ciento del total, pero el dato más reciente señala que se ubica alrededor de 18 por ciento. Asimismo, es un total contrasentido respecto a lo que pasa en todo el planeta, hay una total migración de la generación de electricidad con fuentes fósiles a fuentes alternativas y sustentables.

2) Relegar a los generadores de energías limpias condena a la CFE a pagar mayores costos de energía por su modo de producción a base de combustibles fósiles. Sin olvidar que la empresa no detendrá o cuando menos disminuirá, como se había comprometido, su emisión de GEI. Los costos para el consumidor evidentemente serán difíciles de abatir.

3) Hay criterios discrecionales facilitados a la CRE para el otorgamiento y revocación de permisos; además de la revisión de los contratos otorgados a los Productores Independientes de Energía (PIE), más las restricciones de interconexión a las redes de transmisión y distribución. Todo esto, junto con otros factores, crea en el sector un ambiente de incertidumbre, que redundará en desconfianza hacia el país. Ya lo hemos observado aunque en forma muy superficial.

Adicionalmente, existe el riesgo muy alto de que México sea visto como el “patito feo” de los mercados energéticos por su apuesta no sólo a un monopolio estatal ineficiente sino altamente contaminante. Los acuerdos globales hablan de restricciones en los flujos de capital a este tipo de naciones.

El mundo va en otra dirección; ningún país que se ha desarrollado lo hizo sin una industria eléctrica sólida, y la mayoría de ellos con mercados altamente competitivos. Pero, sobre todo, ninguna nación en el mundo industrializado y aun varios emergentes, perdió soberanía energética por lo anterior. ¿Por qué México sería diferente?

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