Crisis en Francia: ¿Por qué podría ser destituido el Primer Ministro?
Con un déficit creciente y una deuda de 3.2 billones de euros, la destitución de Michel Barnier como primer ministro podría dejar al gobierno de Francia en un estado de transición prolongado.
Francia enfrenta un momento crucial de su historia política y económica, con un escenario que podría derivar en la destitución del primer ministro Michel Barnier, la ausencia de un presupuesto para 2025 y un gobierno debilitado frente a una oposición fragmentada.
La situación ha desencadenado nerviosismo en los mercados financieros, elevando los costos de endeudamiento del país y proyectando dudas sobre la capacidad de liderazgo del presidente Emmanuel Macron.
¿Cómo llegó Francia a este punto?
El punto de partida de la actual crisis se remonta a septiembre, cuando el presidente Macron decidió nombrar a Michel Barnier como primer ministro, ignorando los resultados de las elecciones parlamentarias que favorecieron a una coalición de izquierda. Barnier, una figura del centroderecha tradicional, se encontró con una fuerte oposición desde el inicio de su mandato, especialmente en un Parlamento dividido en facciones políticas enfrentadas.
La tensión escaló este lunes cuando Barnier, enfrentando un panorama adverso, optó por aprobar su presupuesto sin someterlo a votación en la cámara baja del Parlamento. Este movimiento provocó la presentación inmediata de mociones de censura tanto por parte de los partidos de izquierda como por el partido ultraderechista Agrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen.
El presupuesto en cuestión, que busca ahorrar 60,000 millones de euros mediante recortes al gasto y nuevos impuestos dirigidos a las grandes corporaciones y sectores adinerados, ha sido calificado por el gobierno como una medida necesaria para abordar el creciente déficit fiscal del país.
Sin embargo, su carácter austero y la falta de consenso han elevado las tensiones políticas.
Barnier podría ser destituido
El miércoles se llevará a cabo la votación de las mociones de censura, y todo indica que Barnier será destituido. Si esto ocurre, el gobierno pasará a un estado de “asuntos corrientes”, según lo estipula la Constitución francesa. En esta modalidad, el gabinete puede gestionar actividades esenciales, como pagar salarios y distribuir pensiones, pero carece de autoridad para proponer nuevas leyes o decretos.
Esta situación ya ocurrió en meses recientes, cuando el gobierno de Macron operó en modo interino entre julio y septiembre tras otro impasse político. Sin embargo, prolongar este estado más allá de unas semanas podría agravar la percepción de inestabilidad en el país, erosionando aún más la confianza de los inversionistas y de los ciudadanos en las instituciones gubernamentales.
El futuro de Macron y de la política francesa
Para el presidente Macron, la crisis representa un duro golpe a su ya debilitada autoridad. Aunque su mandato como presidente está asegurado hasta 2027, las divisiones en el Parlamento y el rechazo popular a muchas de sus decisiones han limitado su margen de maniobra.
En caso de que Barnier sea destituido, Macron deberá nombrar a un nuevo primer ministro, pero no está obligado a elegir a alguien de la mayoría parlamentaria, lo que podría profundizar las tensiones.
Alternativamente, Macron podría optar por un gobierno tecnocrático para gestionar el país hasta junio, cuando tendría la posibilidad legal de convocar nuevas elecciones parlamentarias.
La economía, entre la incertidumbre y el deterioro
Los mercados financieros han reaccionado negativamente, con ventas masivas de bonos y acciones, incrementado los costos de endeudamiento del país. Actualmente, la deuda pública de Francia supera los 3.2 billones de euros, equivalente al 112% de su PIB, mientras que el déficit fiscal se encuentra en 6.1%, muy por encima del límite del 3% establecido por las normas de la Unión Europea.
Por su parte, el índice CAC 40, que sigue a las principales empresas de Francia, cerró la sesión del lunes con una caída del 1%.
Aunque el gobierno asegura que Francia está lejos de una crisis como la que enfrentó Grecia durante la crisis de deuda europea hace una década, los paralelismos comienzan a preocupar a algunos observadores.
La portavoz gubernamental Maud Bregeon advirtió recientemente sobre un posible “escenario griego”, una declaración que ha sido criticada por analistas que consideran que Francia, con su sólida base industrial y económica, sigue siendo “demasiado grande para fracasar”.
Sin embargo, los riesgos a corto plazo son evidentes. La falta de claridad sobre el presupuesto de 2025 ha llevado a las empresas a retrasar decisiones de inversión y contratación. Los consumidores, por su parte, temen un aumento del desempleo, que actualmente se encuentra en 7.4%.
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