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México

¡Shhh! No critiquen al gobierno de Venezuela

19-07-2017, 9:15:00 AM Por:
© archivo

Millones de personas votaron para adelantar elecciones y miles abandonan el país en busca de mejores oportunidades, sin embargo, hay un grupo que cree que el régimen puede componerse.

El pasado domingo 16 de julio se llevó a cabo un intento más de la sociedad civil venezolana para volver a su gobierno a la ruta de la democracia y lejos del “socialismo del siglo XXI” por la vía pacífica. Los reportes mencionan el voto en un plebiscito de más de siete millones de personas, lo cual es considerable, dado que la población total se estima en 32 millones.

Es decir, votó 21% de su población total, poco más de 40% de la que está en edad de votar. Es más relevante cuando el plebiscito fue organizado completamente por la sociedad civil, que logró instalar 14,300 mesas de votación, incluyendo muy diversos puntos del mundo, a donde ha ido la diáspora venezolana. Nada más en México se calcula que hoy viven más de 35,000 nacionales de ese país, mismos que han tenido buena acogida.

Se calcula que unos dos o tres millones de venezolanos salieron de su país en los últimos 10 años, pero con especial fuerza a partir de 2013, luego de que la muerte de Hugo Chávez se combinara con la precipitación de los precios del petróleo para terminar la economía de Venezuela por la barranca.

Ante esta situación, uno esperaría amplias muestras de solidaridad entre los latinoamericanos en las redes sociales; sin embargo, en México los venezolanos se han topado con un grupo que prefiere seguir anhelando que de alguna forma el régimen chavista se componga y demuestre que el socialismo de cualquier siglo es la solución a todos los problemas.

Este grupo combate rabiosamente a quienes critican la violencia de Estado que el régimen de Venezuela ejerce, ya sea mediante sus fuerzas policiacas o por medio de su deleznable, y cada vez más fascista ejército informal de “colectivos” armados.

Se apresuran a mencionar los vicios de México, las matanzas del narcotráfico, los asesinatos de periodistas, la corrupción endémica, para tratar de probar que la ruta chavista es sólo otra alternativa tan mala como la nuestra; algunos, los menos afortunadamente, proponen seguirla.

Vale entonces hacer un par de puntualizaciones importantes acerca de Venezuela:

  • No se trata de un régimen “socialista”. Es un orden en donde resulta plenamente dominante la casta militar, que comanda los aparatos de seguridad e incluso “administra” las empresas venezolanas. La retórica de Chávez habla siempre del pueblo, pero el poder está en el Ejército.
  • La gente está en la calle. Las manifestaciones en las principales ciudades son constantes, multitudinarias, violentas en prácticamente todos los casos. El nivel de movilización es directamente proporcional a la desocupación y a la desesperación de cientos de miles de personas, que ya no tienen mucho más que hacer, y toca a todas las clases.
  • La planta productiva fue destruida. A punta de nacionalizaciones y pésima administración, la industria venezolana fue desmantelada, al grado de que los principales empleadores del país son el gobierno y su petrolera. La industria de transformación es una fracción de lo que llegó a ser, lo cual provoca naturalmente el siguiente punto.
  • Los productos más importantes están bajo racionamiento. Buena parte de la comida y los abarrotes en general se distribuyen actualmente por medio del gobierno y de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Es decir, hay productos regulados, que son racionados a la población.
  • La inflación superará el 720% a fines de 2017, estima el Fondo Monetario Internacional (FMI); el tipo de cambio “oficial” es de 2.97 bolívares por dólar, pero a este precio sólo se consiguen unos 30 millones de dólares mensuales, que subasta el banco central. El resto se compra ya a más de 100 bolívares por dólar.
  • En Venezuela la televisión, la radio y los periódicos están tomados por el gobierno. La libertad de expresión se queda en las redes sociales (cuando se puede) y en las calles.

México tiene sus miserias, sin duda; de hecho, enormes y siempre hay medios de comunicación dispuestos a divulgarlas, secuestro por secuestro, matanza por matanza, corruptela por corruptela.

Pero cuando el país ha tomado el camino de un mayor autoritarismo, nacionalizaciones de empresas y control de precios, nos ha ido muy mal. Esperar que nuestros políticos administren toda la planta productiva del país es darnos un tiro en la cien; creer que el modelo funciona si toma el poder un grupo que asegura ser, ahora sí, muy honesto, va más allá de lo ingenuo.

Pretender que nuestro podrido sistema político pueda arreglarse eliminando la alternancia y organizando grupos paramilitares que apoyen al Estado es caminar con la cabeza al revés. ¿Nos caen gordos los partidos políticos? La solución no son los comités populares, sin duda. La crítica a los medios de comunicación en México es amplia, habrá que coincidir en que la alternativa no es una radio y televisión estatales que difundan sólo lo que el gobierno quiere.

México tiene graves situaciones de desigualdad, corrupción y violencia. Sin embargo, es vital que nuestras debilidades no desemboquen en soluciones que sólo lamentaremos. Lo único que debe hacer este grupo de chavistas mexicanos es escuchar a los más de 35,000 venezolanos que viven en el país. Charlar con ellos, a ver qué dicen del régimen que alguna vez se autonombró socialista.

autor Periodista
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