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México

La división de las izquierdas definirá las elecciones del Edomex

30-05-2017, 6:35:24 AM Por:

A unos días de las elecciones en el Edomex todo parecía una batalla cerrada entre dos contendientes, sin embargo, en los últimos días han intervenido factores que pueden cargar los dados definitivamente.

Estamos a menos de una semana de la elección “termómetro” de 2018 y se avecina un final de fotografía con dos posibles vencedores: Alfredo del Mazo, del PRI, o Delfina Gómez, de Morena. Analicemos las variables que han tomado relevancia en los escenarios previos y posteriores al Día D:

La principal sorpresa, sin duda, ha sido el gran desempeño de Juan Zepeda, candidato de un PRD que arrancó campaña considerado por la mayoría como una opción irrelevante y cuyo principal objetivo sería mantener el registro de su partido, el cual desde finales de 2014 había entrado en una espiral descendente que lo ha desfundado, perdiendo la hegemonía como principal representante de la izquierda mexicana.

Pues bien, el expresidente municipal de Ciudad Nezahualcóytl resultó ser el aliento inesperado que el Sol Azteca necesitaba para mostrar liderazgo. Su crecimiento en las preferencias de voto, rebasando a Josefina Vázquez Mota, del PAN, han puesto a tambalear la seguridad de un contundente voto útil a favor de Delfina Gómez.

Y, aunque el principal enemigo de Zepeda es el tiempo, ha de señalarse que, aunque su ascenso acelerado no le alcanzará para llevarse la gubernatura, es un hecho que a nivel personal él se ha anotado ya una victoria importante: posicionarse como uno de los mejores activos del perredismo a nivel nacional. Que no nos sorprenda el seguir viendo su rostro en los medios nacionales de aquí en adelante. Su partido le debe que con su storytelling de cercanía, de ese mexiquense auténticamente “de barrio” que conecta con las clases populares e impoluto, hasta ahora, de acusaciones de corrupción, logró equilibrar el escándalo del lujoso departamento en Miami de su presidenta, Alejandra Barrales.

Lo más relevante del “factor Zepeda” frente a las probabilidades de los resultados del día 4 de junio tiene que ver en cómo Andrés Manuel López Obrador lo sorteó. Hace semanas que la ruta más conveniente para Morena era clara leída desde afuera: lograr una negociación para sumar fuerzas con el PRD y asegurarse el triunfo frente a un PRI que ha resistido como puntero a pesar de atravesar su peor momento histórico. Pero la soberbia del tabasqueño fue suficiente para enterrar esta posibilidad.

Andrés Manuel fue incapaz de reconocer en el liderazgo de Zepeda la necesidad de cambiar su postura de exigirle sumisión y habló rijoso de ultimátums en lugar de tender puentes. Delfina mantendrá la incertidumbre de la victoria hasta el final gracias a su último obstáculo, que, paradójicamente, vino desde dentro, con un presidente de partido que —tal vez sin quererlo—, le robó el protagonismo que para todo candidato debería ser intocable y se subió a un ring con Zepeda, inflándolo aún más.

Respecto a este punto se ha abierto un debate sobre si esta actitud de AMLO corresponde a que está consciente de que un segundo lugar en esta elección es ya una batalla ganada que le abona para 2018 y que prefiere ahorrarse el desgaste de marca que supondría un año de Morena en una gubernatura con las manos atadas por no tener mayoría en el Congreso. Dado el carácter que Andrés Manuel ha mostrado durante tantos años de vida pública, considero que lo más lógico es atribuir esta actitud de ensimismamiento a su proclividad por convertirse en su peor enemigo cuando él y los suyos van en recta ganadora.

Todo esto, por su parte, es lo que le permitió a Del Mazo verse tan seguro en su cierre este domingo en Toluca, a pesar de su muy errática narrativa de las últimas semanas. En campaña electoral hay dos vías claras sobre las cuales elegir y construir discurso: cambio o continuidad. Pues bien, el heredero del Grupo de Atlacomulco bien un día podía intentar verse crítico con el gobierno de Eruviel Ávila, distanciarse de su primo el presidente de la república o alabar la experiencia y resultados (a su criterio) de las administraciones priistas.

Estos bandazos, en cualquier otro contexto, hubieran pasado facturas más costosas; sin embargo, dados los factores anteriormente descritos respecto a sus opositores y, sumado a la fuerza de las bases priistas mexiquenses, le han permitido sostenerse como uno de los dos posibles ganadores. Mucha suerte para un candidato que, ciertamente, no tenía mucho hacia donde moverse y crecer.

Por no dejar de lado, quien antes de la elección ya es seria perdedora es Vázquez Mota. Su estrepitosa caída de fuerte competidora a la posibilidad de quedar en cuarto lugar, similar a su historia como candidata presidencial en 2012 (en la que bajó de segundo a tercer lugar), la estigmatizará en lo que le quede de trayectoria política como una pésima candidata. Su cierre de campaña, con una conferencia de prensa gris y acartonada puede leerse como la aceptación anticipada de esta doble derrota.

¿Qué factor será clave para saber si el 4 de junio se anunciará alternancia en el Estado de México o el PRI cumplirá las nueve décadas en el poder estatal? El nivel de participación. Es bien sabido que el tricolor es el partido con mejor estructura para asegurarse un buen piso de votación, pero también es cierto que es, de lejos, el partido con mayor nivel de rechazo. Entonces, a mayor número de votantes, el voto duro priista tendrá un menor peso.

Sea Alfredo o sea Delfina, lo cierto es que la estabilidad política del Estado de México requerirá una victoria contundente, de cinco puntos o más, que evite que el resultado termine decidido en tribunales. Pero, dado lo cerrada de la contienda y con todo lo que está en juego, hay quienes anticipan ya temporada de impugnaciones. Por el bien de la credibilidad en nuestras instituciones democráticas, esperemos una jornada electoral digna, que es lo que los mexiquenses merecen.

*La autora es consultora en comunicación política, socia-directora de la firma hispanomexicana Abella y Valencia (www.abellayvalencia.com)

autor Consultora en comunicación política. Socia-directora de la firma hispanomexicana Abella & Valencia
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