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México

El golpe que puede derrumbar las aspiraciones de los presidenciables

Presidenciables.

El mapa electoral no es nada halagador para las aspiraciones de los presidenciables rumbo a la elección federal de 2018.

En algunas entidades del país, los pasados comicios electorales de junio fueron la antesala de lo que será la sucesión presidencial que tendremos el próximo año en México. Las votaciones para elegir gobernador en Nayarit, Coahuila y el Estado de México marcaron la pauta del posible escenario político que enfrentaremos en 2018.

El reacomodo de las fuerzas políticas en estas entidades es un parámetro importante a considerar. El mapa electoral va tomando nuevos colores, nuevos personajes y nuevas estrategias. Todos estos factores influyen para que los partidos políticos ya tengan una evaluación propia y, de acuerdo con sus procesos de elección, definan a sus candidatos.

A su vez, queda claramente demostrado que la ciudadanía muestra un hartazgo con respecto a los partidos políticos; sin embargo, todavía existe la ligera esperanza de que si la gente ejerce su voto puede influir en su futuro.

Las elecciones cada día serán más reñidas; por lo cual, convencer a los electores será una tarea ardua: se deberá sustituir la manipulación, la distorsión, la cooptación y la compra de votos por una oferta política creíble.

Son muchos los nombres que se han colocado en la baraja política rumbo al 2018. Algunos abiertamente han dicho que les agrada la opción; otros no lo dicen, pero lo consideran. Y otros cuantos, como el empresario Carlos Slim, han declinado de manera abierta. Hasta el momento, únicamente el partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tiene a su candidato seguro, el cual lleva en campaña ya 15 años.

Por otra parte, tanto el Partido Acción Nacional (PAN) como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) contemplan varios personajes, los cuales han mostrado intenciones abiertas, pero la contienda interna en esos partidos aún no se define.

Hay otros que, bajo la figura de candidato independiente, han levantado la mano. Sin embargo, la lupa está puesta en la definición del proceso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para definir a su candidato.

Históricamente, con la definición del candidato del PRI a la presidencia arranca la contienda electoral, toma forma y se intensifica, se empiezan a definir tendencias y se van marcando las preferencias electorales. Las propuestas se van mostrando cada vez más sólidas, los mensajes se vuelven más directos, al igual que los ataques. La oposición se vuelve cada vez más dura y el electorado se involucra cada vez más en el proceso.

La elección del candidato del PRI es relevante no solo porque actualmente es el partido que ocupa el poder, sino también porque su candidato será al que se deba vencer. Su nombre es esperado por el resto de la oposición para fijar sus posturas y sus posibles alianzas.

Con el nombramiento del candidato priista también se definirá el rumbo de las encuestas y se mostrarán las verdaderas intenciones de voto, las giras al interior del país se intensificarán y la presencia de todos los candidatos en los medios de comunicación aumentará. Será cuando las estrategias de todos los partidos se vayan consolidando.

El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI tiene la difícil tarea de definir quién será su representante como candidato a la presidencia de la República y de esta manera empezar a cerrar filas de lo que será una dura contienda electoral, como la que se dio en el Estado de México.

El CEN del PRI busca tener un amplio margen de preferencia y evitar una elección tan cerrada como la del Estado de México. Para ello, necesita echar mano de sus cartas más fuertes. Requiere un candidato con experiencia política reconocida, con una imagen positiva y una trayectoria intachable. Un personaje capaz de tener la sensibilidad de escuchar al electorado y, al mismo tiempo, de despertar el interés de los grupos empresariales. Un candidato que tenga el potencial de colocar a su partido al frente de las encuestas, y con la suficiente atracción para que partidos como el Verde Ecologista, Nueva Alianza y otros (¿por qué no?) puedan sumarse a su proyecto.

Ante la imposibilidad de una segunda vuelta, la mejor alternativa que se vislumbra es usar la figura de coaliciones políticas, lo cual creará un rompecabezas que en este momento es muy difícil de imaginar. La razón es que todos se pueden aliar con todos para lanzar candidatos de unidad y gobiernos de coalición. Lo que hoy parece impensable, se convertirá en lo cotidiano durante los próximos meses.

Parecería que todos los posibles precandidatos del PRI saldrán del gabinete del actual gobierno. Nadie se descarta; todos mantienen su esperanza abierta y cualquiera de ellos deberá tener el compromiso de defender y dar continuidad a los avances realizados hasta el momento en materia económica y a las reformas estructurales (la energética, la de telecomunicaciones, la educativa y la financiera). Además, tendrá que defender los grandes proyectos, como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y las Zonas Económicas Especiales.

Por otra parte, cualquier candidato a presidente, sin importar su partido, deberá ser capaz de convocar un equipo de colaboradores que pueda garantizar la estabilidad macroeconómica del país, además de mantener una posición firme con nuestros socios comerciales y frente las posturas que se darán con nuestro vecino del norte, mostrando una posición negociadora y no de sumisión. Un candidato capaz de transmitir confianza y seguridad a los mexicanos, y de lograr acuerdos y cabildear frente a sus opositores.

La carrera por la presidencia no será fácil. Los próximos candidatos tendrán que enfrentar duras críticas de sus opositores, de la prensa y del electorado respecto a temas como el lento crecimiento económico y la situación de deuda, así como la pesada losa que representan los escándalos de actos de corrupción de gobernadores. Pero, sobre todo, los candidatos deberán ofrecer un PROYECTO DE LARGO PLAZO que dé frescura y cambie los paradigmas del país.

Queda muy poco tiempo, pero los contrincantes ya quieren empezar a tomar ventaja al salir antes de la meta. Sin duda, veremos una carrera electoral muy reñida, pero los partidos deberán aprender mucho de las pasadas elecciones de junio, y leer y entender bien los resultados y el mensaje que los ciudadanos transmitieron a través de su voto.

Los partidos políticos deben tener como base no solo las posibilidades de sus aspirantes; también el sentir ciudadano. Queremos escuchar ofertas políticas sólidas, atractivas y, reitero, de largo plazo, que despierten el interés de los votantes, dejando atrás el abstencionismo. Queremos que sean las propuestas las que den de qué hablar y no las descalificaciones; propuestas que, además, revaloren el sistema político mexicano y la democracia.

autor Consultor y presidente del Consejo de Administración de Coraza Corporación Azteca.
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