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Internacional

¿Qué es la Sharía y por qué huyen de ella las y los afganos con el regreso del Talibán?

17-08-2021, 8:31:51 AM Por:
© Europa Press

Se trata de rígidas disposiciones jurídicas que no distinguen entre la religión y la vida civil, que afectan los derechos humanos, sobre todo de mujeres.

Inseguridad jurídica para cualquier tipo de negocio, y violación de derechos fundamentales de hombres y mujeres, son las dos características del conjunto de leyes islámicas que se conoce como la Sharía o Char’ia, un tipo de derecho que no distingue entre la religión y la vida civil, que previsiblemente volverá a aplicarse en Afganistán con la reciente toma del poder de los talibanes.

Aunque suele denominársele en singular como la ley musulmana de la Sharía, en realidad esta no se encuentra en un solo Código o texto legal, sino en decenas de disposiciones que son al mismo tiempo mandatos religiosos y normas jurídicas que se derivan de los pasajes del Corán, a los que se les han añadido las interpretaciones de los doctores del islam que se conocen como el “fiqk”.

En la Sharía se encuentran las reglas para el ejercicio de la religión, pero también las disposiciones de carácter obligatorio que deben seguirse en la vida secular (no religiosa), en las relaciones entre particulares, y en la organización del Estado. Sus disposiciones son inmutables e inamovibles, aunque a lo largo de la historia se les ha interpretado a través del “fiqk”.

Como todas estas normas derivan del Corán, el texto sagrado que según la tradición le fue revelado al profeta Mahoma por Alá, a través del arcángel Gabriel en el año 628 de nuestra era, desobedecerlas es una ofensa religiosa y al mismo tiempo un delito o un hecho ilícito.

Prohibiciones extremas

En la vida cotidiana, la Sharía prohíbe tomar bebidas alcohólicas, usar vestimenta ajustada en los hombres, mostrar el rostro en el caso de las mujeres, y en sus versiones más extremas, mostrar cualquier parte del cuerpo femenino, de ahí el uso obligatorio del burka en el Afganistán previo a la intervención militar de Estados Unidos en 2001.

También prohíbe escuchar radio, ver la televisión, leer libros, jugar juegos de azar, tomar y poseer fotografías, e incluso pedir que en los negocios se firme algún contrato o documento estipulando lo que pactan las partes, pues en ese tema debe prevalecer solo la palabra de los contratantes, ya que los acuerdos verbales tienen mayor validez en términos jurídicos que aquellos que están por escrito.

Comer carne de cerdo y productos como gelatinas igualmente están vedados por la Sharía, no precisamente porque existieran gelatinas en el primer tercio del año 600 de nuestra era cuando vivió Mahoma, sino porque el “fiqk” ha entendido que ese alimento puede contener restos de animales.

Obviamente todos estos mandatos no se aplican por igual en todos los países de religión islámica. De hecho, algunas naciones han dejado la Sharía solo para cuestiones de derecho familiar, lo que significa un avance general en términos sociales, aunque en estos casos las mujeres siguen siendo las más afectadas, pues -por ejemplo- un hombre puede divorciarse de su esposa solo expresando tres veces que la repudia, sin necesidad de acudir ante ningún juez.

Mundo vedado a las mujeres

Las versiones más ortodoxas de la Sharía se destacan por contener disposiciones gravemente lesivas para las mujeres, quienes no pueden salir de su casa sin el acompañamiento de un hombre, no pueden estudiar ni trabajar, no pueden casarse con un no musulmán; no pueden conducir automóviles, ni andar en bicicleta, además de que en algunos países también se les prohíbe ir a la playa, usar maquillaje (aunque no salgan de casa), y practicar cualquier deporte.

De los negocios, mejor ni hablar, la Sharía tiene vedado el emprendimiento económico de cualquier tipo a la mujer, lo mismo sucede con el acceso a la justicia, solo excepcionalmente pueden acudir a las autoridades, aunque su testimonio vale la mitad que el de un hombre.

Para el matrimonio, la mujer solo puede casarse si así lo autoriza su padre o el hombre de la familia que la tutela, además de que la Sharía permite lo que en occidente entendemos como matrimonios forzosos, pues en este tema la opinión de la mujer no tiene ningún valor.

Otra violación grave a los derechos fundamentales de las mujeres es la práctica de la ablación femenina. Aunque formalmente no tiene su fundamento en el Corán ni en las normas que derivan de este, se trata de una costumbre que practican algunas comunidades ultraortodoxas.

Arraigada sobre todo en países de África, la ablación femenina es la mutilación de los genitales de niñas y adolescentes, a fin de que cuando crezcan no sientan placer, pues este es “haram”, que significa pecado o que está prohibido por Dios.

La línea dura del islam

Los Estados que practican el islam y aplican la Sharía conceden ciertas libertades a los hombres, en cambio el papel de la mujer en esas sociedades no solo es secundario, sino que tiene un valor ínfimo en lo que se refiere a sus derechos fundamentales.

Los talibanes, palabra que quiere decir estudiantes en lengua pastún, son un movimiento político y religioso fundamentalista nacido en los años noventa en Paquistán, que rápidamente creció y se extendió a otros países como Afganistán e Irak.

Su principal objetivo es imponer un régimen religioso que rija la vida y la organización del Estado bajo las normas originales del islam, por lo que su versión de la Sharía suele ser de las más rigurosas.

En Afganistán, antes de la incursión militar que encabezó Estados Unidos en 2001, el gobierno talibán aplicaba a rajatabla las normas religiosas, consideradas como el único derecho válido. Su actual líder Mawlawi Hibatullah Akhundzada, nombrado comandante supremo de los talibanes desde 2016, fue el jefe de los Tribunales de la Sharía en el Afganistán de los años noventa.

Estas instituciones eran las encargadas de sancionar a todos los que cometían algún delito o hecho ilícito al incumplir la Sharía, además de que contaban con un cuerpo policiaco especial que vigilaba que nadie cometiera “crímenes contra la moral”, so pena de ser sancionado mediante azotes en el mismo acto o encarcelado con sentencias en las que los derechos humanos a la defensa y a un debido proceso brillaban por su ausencia.

En ese tenor, el pasado fin de semana, tras tomar Kabul, la capital de Afganistán, un portavoz de los talibanes, Suhail Shaheen, comentó a la cadena inglesa BBC que no habría venganza contra nadie. “Tendremos un gobierno islámico inclusivo”, detalló.

Sin embargo, en amplias zonas de esa nación las actividades cotidianas de las mujeres ya están siendo restringidas, en tanto que miles de individuos y familias han tratado de abandonar el país temiendo el regreso de una vida normada por reglas que datan de hace más de 1,400 años.

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Periodista y abogada, especialista en análisis jurídico y de derechos humanos. Ha sido reportera, conductora de radio y editora.
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