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Internacional

Los 5 riesgos que tienen al borde del abismo a Venezuela

31-07-2017, 10:04:54 AM Por:

Nicolás Maduro empujó a Venezuela un paso más hacia el abismo con una dudosa elección de 545 constituyentes que redactarán una nueva ley máxima totalmente a su favor.

Nicolás Maduro no le preguntó a los venezolanos si querían una nueva Constitución. Basado en una serie de excepciones legales provocadas por su conflicto con la Asamblea Legislativa, y luego de renovar por entero su Corte Suprema de Justicia, impuso la elección de 545 constituyentes, todos favorables a su corriente política. El objetivo es que esta nueva Asamblea Constituyente disuelva la anterior (en donde la oposición había ganado las elecciones) y redacte una nueva ley máxima, aún más a modo que la anterior, impuesta en 1999 por Hugo Chávez.

El resultado oficial asegura que más de 8 millones de personas votaron el pasado domingo 30. Tenían que ser más que los 7.5 millones que, se estima, votaron apenas dos semanas antes en un referéndum organizado por la oposición para negarse a una nueva Constitución. Imposible saber la verdad en un régimen que miente hasta en sus cifras económicas, pero tuvo a la mano importantes elementos de presión para obligar a sus ciudadanos a votar, so pena de perder sus empleos o su ración de comida.

Venezuela está por consolidar un régimen de partido único, basado ya sea en comunas o en otro tipo de organizaciones populares. Hay que recordar que el abasto de alimentos se canaliza a través de comités locales de “abastecimiento y producción”. Esta última es casi una fantasía, en un país que anuló su planta productiva y su abasto agropecuario.

Sin embargo, la jornada electoral de este domingo estuvo marcada por la misma resistencia de la oposición, que ha sido una regla en más de cuatro semanas. Murieron entre 11 y 15 personas, a manos de la policía o grupos irregulares, llamados “colectivos”; las calles de Caracas estuvieron sembradas de barricadas, la gente estaba en la calle, protestando. Van más de 110 en este levantamiento.

También murió uno de los candidatos a constituyentes, baleado, y están las lesiones cada vez más frecuentes a policías, todavía a manos de bombas caseras y pedradas.

En esfuerzo de síntesis:

1) Venezuela está en riesgo de entrar en una guerra civil. El número de armas es cada vez mayor y la gente opositora, desocupada y amenazada por el régimen, puede estar muchas semanas más en la calle. Del otro lado está el grupo de organizaciones populares, compuestas por gente que siempre vivió la peor parte en los regímenes anteriores, los más pobres, y que hoy asciende en las filas “populares” del régimen. Hay gente que tiene todo por ganar y gente que cada vez tiene menos qué perder, el chispazo puede darse.

2) El riesgo de un baño de sangre. Ya sea que los opositores opten por armarse o no (y si lo logran), sus condiciones son sumamente desventajosas. El ejército de Venezuela, que finalmente está detrás del poder bolivariano, tiene más de 100,000 efectivos formales, pero cuenta con un número creciente, quizá otros 100,000 más, de milicias nacionales. A ello hay que sumar los comités armados y la delincuencia, que no están bajo control alguno.

3) La situación económica no tiene visos de mejoría. Si el petróleo es lo único que Venezuela produce con cierta fortaleza, los precios no subirán en mucho tiempo, mientras que de la inflación y la paridad cambiaria ya hemos hablado en este espacio. La escasez y el racionamiento de alimentos y medicinas perdurarán.

4) Amenazan las sanciones económicas de Estados Unidos. No es el mejor momento para esperar prudencia de la administración estadounidense. Un paquete de sanciones podría terminar de precipitar a la economía venezolana, si bien le daría al régimen de Maduro el pretexto perfecto (como se le dio a Cuba por décadas) para explicar el fracaso de su organización económica.

5) Vendrá una tercera oleada de refugiados. Argumentan muchos que ya existe. Si las clases altas salieron de su país a principios de siglo, a ellas le siguieron una segunda oleada de clases medias, instruidas y algo capitalizadas, que han sido bien recibidas por países como México, Perú, Colombia, Argentina, España. Una tercera, sin embargo, camina silenciosamente a través de las fronteras con Colombia, Brasil y hasta Guyana. Son de clase trabajadora, menos instruida y en busca de empleo en países cercanos, que tienen sus propios problemas económicos. De agravarse la situación, los miles se volverían centenas de miles.

Ante tal situación, la decisión del gobierno mexicano de no reconocer las elecciones para la Asamblea Constituyente en Venezuela es la correcta. Se trata de un evento que ahonda la división en un país vecino y que divide a millones de personas en por lo menos dos bandos (esto nunca es tan sencillo).

Es un acto unilateral y autoritario de un régimen que cada vez deja menos libertades a sus ciudadanos. Las libertades no son ventajas subjetivas, sino aspectos muy reales de nuestra vida cotidiana: libertad para trabajar, para opinar, para ser propietario, para exigir justicia, para elegir entre diversas corrientes políticas.

Si los organismos multilaterales como la OEA no sirven para nada, es preciso que la crisis venezolana no sea vista desde la barrera por el resto de las naciones latinoamericanas. Hay más de tres millones de venezolanos fuera de su país que esperan, por lo menos, que el mundo se interese por ellos.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

autor Periodista
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