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¿Quién ganó y quién perdió en las elecciones en España?

21-12-2015, 12:48:51 PM Por:
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El panorama es incierto. España se abre al multipartidismo, pero la gobernabilidad permanece en la incertidumbre.

Por primera vez en su historia democrática, España se fue a la cama en la noche electoral con la incertidumbre de quién la gobernará los próximos cuatro años.

Las elecciones de este 20 diciembre marcaron el fin del bipartidismo PSOE (izquierda)– PP (derecha) para ver nacer a un multipartidismo tras la irrupción de dos fuerzas emergentes Podemos (izquierda) y Ciudadanos (centro-derecha). Dado lo fragmentado de los resultados y la necesidad de obtener mayoría absoluta en una primera votación o mayoría simple en una segunda para investir al Presidente de Gobierno, según su régimen parlamentario, los resultados dejan un escenario complejo con salidas onerosas para el partido que logre llevar a su cabeza de lista a la Moncloa.

Y es que la aritmética va muy peleada esta vez con las ideologías políticas y los programas de gobierno:

Con 350 escaños del Congreso, se requieren 176 votos para la mayoría absoluta y por tanto la gobernabilidad. La suma de los dos partidos de derecha, el Partido Popular (PP) con 123 y Ciudadanos con 40, no la da y un hipotético pacto entre los dos principales partidos de izquierda, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con 90 y Podemos con 69, tampoco.

¿Quién ganó y quién perdió?

La complejidad de los resultados permite enmarcar los discursos a conveniencia de todos:

Mientras el PP se vanagloria de seguir siendo la lista más votada y la primera fuerza política, lo cierto es que el 70% del electorado votó cambio. Ya fuese un cambio hacia la llamada “nueva derecha” con Ciudadanos o hacia algunas opciones de la izquierda, son muchos más los españoles que no quieren seguir con Mariano Rajoy como su presidente.

Muy lejos quedó de su mayoría absoluta de 2011, aunque para el descontento generalizado, las estructuras del partido aguantaron bien: “salvaron los muebles”, de 186 a 123 escaños, es decir, perdieron uno de cada tres lugares, traducido a poco más de 3 millones y medio de votos menos. Considerando que de aquí en adelante la repartición será a cuatro y no a dos (como mínimo), tampoco se puede hablar de una “caída estrepitosa” de los populares.   

Mientras Pedro Sánchez, líder del PSOE ha celebrado mantenerse como la primera fuerza de la izquierda, Pablo Iglesias, el candidato de Podemos, se encargó de remarcar en su primera rueda de prensa tras conocerse los resultados que este era el peor resultado en la historia del partido socialista. Cierto, pero es que aplica la misma que con los populares: no se pueden hacer comparaciones directas entre la era del bipartidismo y esta nueva que comienza. Con lo que más agradecido debe estar Sánchez y su ejecutiva es con la inequitativa ley electoral (que urge reformar), que le ha permitido agrandar desproporcionalmente la diferencia de escaños entre ellos (90) y Podemos (69) cuando la diferencia de votos es tan solo de poco más de 340 mil.

En el caso de Podemos, los relatos se tornan más interesantes, ya que esta formación con menos de dos años de vida dio la sorpresa en las elecciones al parlamento europeo de 2014, marcó desde su inicio que su razón principal de emerger era ganar las elecciones del pasado domingo, misión no cumplida. Sin embargo, tras la campaña claramente más cercana con los españoles “de a pie” que han sufrido las consecuencias de los recortes, el paro, los desahucios y que están hartos del “¡Y tú más!” del viejo bipartidismo, lograr ser tercera fuerza en sus primeras generales es, sin duda, aplaudible. E Iglesias lo supo enmarcar bien: “Cada vez que hay elecciones las fuerzas del cambio avanzan”, argumento inapelable.

El partido de los indignados del 15 M logró conectar con los nuevos votantes, colocándose arriba del PSOE en ocho comunidades autónomas y la moderación paulatina de su discurso inicial les funcionó, aunque no en la medida que se llegó a vaticinar. Su mayor reto lo tienen ahora: mantener su coherencia y diferenciación de “la vieja política” ante la necesidad de pactos y de entrar a su primera legislatura bajo las viejas reglas que tanto critica. Iglesias este lunes ya ha dejado entrever sus condiciones para “tender la mano” a Sánchez: referéndum para Cataluña como uno de los más costosos, por no decir inasumible para el PSOE.

Quien se llevó la mayor decepción sin duda fue el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, que empezó la campaña peleando codo a codo con Podemos el representar a la “nueva política”. El partido quedó en un marcado cuarto sitio, sin lograr capitalizar del todo la trásfuga de votos del PP. Muy diferente se veía el semblante de Rivera de aquel rostro de júbilo el día de las elecciones catalanas, el pasado 27 de septiembre, donde quedaron segundos, representando de manera más marcada a los catalanes españolistas. Los naranjas quisieron creer ingenuamente que esas dos elecciones se votaban en la misma clave y el domingo recibieron su dosis de realidad. Pero no se puede dejar de lado que han logrado cimentar su presencia en la escena nacional.

El PP buscará a toda costa pactar con Ciudadanos para tener un gobierno de derecha, aunque la suma de los 40 escaños no dan para una mayoría absoluta y Rivera ya ha dicho que lo que harán será abstenerse para dejar que Mariano gobierne, manteniéndose en la oposición, lo cual es una jugada prudente, ya que pactar con los populares echa por la borda su discurso crítico (mucho más moderado que el de Podemos, pero que apela a la renovación política). Pero sucede que para que esto ocurra, el PSOE también debería abstenerse, escenario poco probable hasta hoy. 

Gobernabilidad, el gran objetivo

En el exterior, Bruselas ya habló y pide un gobierno estable. Como era previsible, el Ibex abrió hoy lunes con una baja (2.5%) y la prima de riesgo española subió.

¿Qué va a pasar en España? Puede pasar de todo, incluso el escenario extremo de disolver las Cortes y llamar de nuevo a las urnas, extendiendo el clima de incertidumbre con todas las consecuencias que eso conllevaría. Cual partida de ajedrez entra en escena una figura que adquiere peso: el Rey. Veremos cómo sortea Felipe de Borbón su papel conciliador ante estos resultados en sus primeras elecciones generales como Jefe de Estado.

Lo interesante de los regímenes parlamentarios es que la fiesta no se acaba el día de las elecciones, y que los resultados reflejen la pluralidad del pueblo español es motivo de aplausos para cualquier democracia. Ahora esperemos, por el bien de España, que la gobernabilidad no tarde en aparecer a escena y que el diálogo se institucionalice en la cultura política de este país. Por el bien de los españoles, que así sea.

*La autora es consultora en comunicación política. Socia-directora de Abella & Valencia (www.abellayvalencia.com)

autor Consultora en comunicación política. Socia-directora de la firma hispanomexicana Abella & Valencia
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