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El costo de la perfección de Nadia Comaneci en el deporte

01-08-2016, 5:55:29 PM Por:
El costo de la perfección de Nadia Comaneci en el deporte fifu

Su nombre resuena a través de las generaciones cómo la mejor deportista, la única en alcanzar varias veces la perfección. ¿Cómo lo logró y qué consecuencias tuvo?

Han pasado más de 40 años desde aquel 18 de julio de 1976 en el que en Montreal se escribió uno de los momentos más importante en la historia del deporte: el primer puntaje perfecto de una mujer en los Juegos Olímpicos. ¿La ganadora? Nadia Comaneci.

El patio de la escuela a la hora del recreo y una niña de 6 años de edad que soñaba con ser gimnasta con sus compañeras de la escuela fueron la combinación perfecta que llevó a Béla Károlyi a descubrir a una de sus más grandes alumnas. Fue en 1967 cuando Comaneci entró por primera vez a la escuela de la pareja Károlyi, algo que le cambiaría la vida para siempre.

Los movimientos perfectos y su desenvolvimiento a pesar de su corta edad motivaron a su entrenador a trabajar con ella, pero ¿cómo mantener la atención y la energía constante de los largos entrenamientos de una niña? Comaneci encontró su motivo principal para entrenar bien y hacer la rutina perfecta todos los días en obtener una muñeca de regalo por parte de su entrenador.

Tan sólo unos meses después de iniciar sus entrenamientos, Nadia se presentó al Campeonato Federal en Rumania, donde la combinación entre los nervios y su primera actuación la llevaron a tener una tarde difícil al tropezar tres veces durante su ejercicio de equilibrio de barras. Este momento definiría su carrera para siempre: “Quiero ser una campeona” fueron las palabras de Comaneci durante el regaño por parte de su entrenador a lo que respondió: “Nadia, nunca he trabajado tan fuerte como lo haré contigo”.

Siete años de competencias, entrenamientos y más de 200 muñecas ganadas bastaron para posicionarla como una de las mejores gimnastas del mundo.

Un diamante en bruto

Cinco años después de su primera aparición en una competencia, Comaneci junto con Teodora Ungureanu, quien se convertiría en su mejor amiga de viajes y competencias en los siguientes años, viajaron si invitación a París a una exhibición Junior, pero con la esperanza de Károlyi de que el desenvolvimiento de Comaneci cautivaría a los presentes.

Un minuto y quince segundos fueron suficientes para que el público presente ovacionara de pie a la rumana y a partir de ese momento el diamante en bruto fuera descubierto a nivel mundial en los medios de comunicación.

A los 12 años, Nadia ganó sus primeras tres medallas de oro y una de plata en los Campeonatos de Europa en Noruega, solamente para preparar el terreno y dar paso a su inmortal actuación en Montreal.

“Yo nunca tuve grandes sueños porque si no los conseguía, me sentía decepcionada. Siempre me propuse pequeñas cosas para conquistar(…) Eso me encaminará hacia una dirección que t¡me permitirá alcanzar cosas mayores en el futuro”, dijo en una entrevista con la BBC.

Siete calificaciones perfectas

Llegó el día más importante. El 18 de julio de 1976, Nadia combinó su gracia corporal y una técnica nunca antes vista en una rutina de 20 segundos para obtener la calificación perfecta de los jueces presentes; sin embargo, la máquina no estaba preparada para recibir una calificación de dos dígitos, por lo que dio como resultado un 1.00.

A su primera actuación en las barras asimétricas le siguieron seis dieces, acumulando tres medallas de oro, una de plata y una de bronce.

“Desde un punto de vista biomecánico, lo que hizo Nadia es muy difícil de conseguir”, dijo Josef Goehler, un célebre crítico de esta disciplina. (Fuente: El País edición impresa del Martes, 30 de agosto de 2005)

Moscú 1980 no sólo la llevó a acumular sus últimas cuatro medallas que se sumarían a su colección: dos de oro y dos de plata, sino que también marcó el final de su carrera. El dolor ciático durante las competencias y controlar el “sobrepeso” debido a los cambios de la edad fueron los elementos que la orillaron a pensar en el retiro prematuro.

En 1984 se retiró y cambió el rumbo de su profesión al convertirse en entrenadora del equipo de gimnasia de Rumania, hasta el momento en el que pidiera asilo en la embajada de Estados Unidos.

El exilio

Tras los resultados en las olimpiadas de Montreal, Rumanía y los Ceaucescu a la cabeza del gobierno, la recibieron como a una heroína. Fueron diseñadas tarjetas postales con su rostro, fue proclamada “heroína del trabajo socialista” y recibió como premio un coche, una casa y 500 dólares mensuales. Nicolae la convirtió en la imagen viva del país y la utilizó como la perfecta representación del país para recaudar fondos y prestigio.

Seis policías y cuatro militares vigilaban todos sus pasos y controlaban a las personas que se acercaban a ella. Tras su retiro en 1984, el gobierno del comunista Nicolae Ceaucescu retuvo su correspondencia e intervino su teléfono, lo que la llevó a exiliarse en Austria, en 1989, donde solicitó el asilo diplomático en Estados Unidos.

Nadia comenzó una nueva vida con su esposo Bart Conner y se mantuvo ligada a la gimnasia y a la acción benéfica. “Yo uso lo que valgo como leyenda para colaborar en diferentes causas sociales”, como ser embajadora de la Fundación Laureus o embajadora de Deportes de Rumanía.

Su excelencia como gimnasta la llevó a ser distinguida como Presidenta de Honor de la Federación Rumana de Gimnasia, Presidenta Honorífica del Comité Olímpico Rumano, Embajadora de Deportes de Rumania y miembro de la Fundación de la Federación Internacional de Gimnasia, entre otras.

“Mi mayor orgullo es que aún se acuerden de mí”, declaró en 2007 al recibir el premio a la Mejor Deportista Internacional del Siglo XX en la Gala del Deporte de “Mundo Deportivo” de Barcelona, lo cual, nueve años después, sigue siendo cierto.

autor Comunicóloga de profesión. Apasionada del cine y series de televisión de noche, Gamer de día. Totalmente convencida de que una buena historia puede cambiar tu vida.
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