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Trump, Hitler y Mussolini: riesgos del nacionalismo extremo

01-06-2016, 5:47:11 PM Por:
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Llevado al extremo, el discurso nacionalista puede construir a los más grandes dictadores e iniciar las más atroces guerras de la historia. Analizamos el papel que ha desempeñado Trump en los últimos meses.

Donald Trump ha exaltado el nacionalismo al buscar la presidencia de Estados Unidos. Le ha declarado la guerra a los mexicanos y a los musulmanes en una época donde la tolerancia impera en el discurso político. En la historia, otros líderes han exagerado estos sentimientos y alcanzado el poder, terminando en guerras o dejando a sus países en las ruinas. ¿Puede su discurso entregarle la Casa Blanca en noviembre?

En pleno siglo XXI, el empresario se ha pronunciado en contra de temas como los migrantes o los tratados de libre comercio “que se han llevado los empleos”. Según él, países como China, Japón y México se están aprovechando de las alianzas y han reducido el poder de Estados Unidos. Según Trump, él es el único que sabe cómo corregir esto.

Un discurso nacionalista es aquel que resalta los valores y preocupaciones que en cierto momento tiene la población, explica Xóchitl Pimienta, directora de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey Ciudad de México.

“Es la habilidad de manejar a la gente para devolverle una dignidad que haya sido robada”, agrega la maestra Raquel Saed, internacionalista de la Universidad Iberoamericana. Explica que el discurso nacionalista necesita construir un enemigo en común y exaltar una teoría de la conspiración solidificada en la población.

Llevado al extremo, el discurso nacionalista puede construir a los más grandes dictadores e iniciar las más atroces guerras de la historia.

.Adolf Hitler exaltaba la raza alemana. Tomó los sentimientos del fracaso en la guerra y el proceso de tensión que vivía Alemania en los años treinta. Xóchitl Pimienta sintetiza el discurso del líder alemán de la siguiente forma: “Alemania ha estado pagando los daños de la primera guerra mundial –lo que le toca hacer los países que pierden–, y tenemos que hacer que Alemania crezca y sea este gran imperio. Y lo vamos a lograr a través de su gente.”

Al mismo tiempo, en Italia, Benito Mussolini, cosechó una idea desde el punto de vista de los sindicatos, aunque, irónicamente, después se volvió antisindicatos. “Manejó la idea del corporativismo para devolverle a los italianos esta fuerza y participación en el mundo, pero a partir del pueblo”, agrega Saed.

No es lo mismo un discurso nacionalista que uno populista, el primero aboga por una razón de pertenencia al estado nación. Sin embargo, a partir de los años cincuenta se apropió de una percepción negativa para exaltar el resentimiento social hacia un orden preestablecido por los líderes en el poder, explican. Principalmente en América Latina.

En Argentina, Juan Domingo Perón “fue uno de los primeros en utilizar el nacionalismo para exaltar a las masas obreras de su país y con discursos populistas muy fuertes”. Getulio Vargas, en Brasil, era apodado “padre de los pobres” y Hugo Chávez hablaba del petróleo de Venezuela y la revolución bolivariana, agrega la académica del Tec de Monterrey.

La historia habla por sí sola, Hitler llevó a Alemania a una Segunda Guerra Mundial, Mussolini fue detenido y fusilado después de la guerra, Vargas se suicidó en su recámara en el palacio de gobierno. Perón fue depuesto y exiliado, y Hugo Chávez murió en el poder tras 14 años de gobierno. 

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El nacionalismo en México

¿Y en México, qué líderes han exaltado el nacionalismo? “En México, todos”, responde rápidamente Xóchitl Pimienta.

Raquel Saed, por su parte, hace una comparación con la campaña que llevó a Ernesto Zedillo a la Presidencia. “La propaganda que empezaron a manejar para unificar a la ciudadanía a su favor era ‘Yo Voto por la Paz’. Eso lo traían en calcomanías en los coches y lo pintaban en las paredes. No te decía PRI, pero traía los colores.” Los mismos colores de la bandera de México.

“Todos los líderes en el mundo han utilizado discursos nacionalistas para llegar al poder”, explica la maestra del Tec. “El político que hace el discurso tiene que saber leer dónde está la necesidad de voz de los sectores de la sociedad. Leer lo que está pasando o decir parte de la verdad”.

En 2016, Trump ha identificado y consentido con sus palabras a un sector con bajo nivel educativo y con valores xenofóbicos. 

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George W Bush ganó la reelección en 2004 porque creó un discurso antiterrorista como consecuencia de los atentados a las Torres Gemelas en 2001. Aunque Saed, especialista en relaciones México-Estados Unidos, no compararía el discurso de Bush con el de Trump, explica que el ex presidente logró unificar la idea de que el terrorismo era el enemigo en común y eso le permitió un segundo periodo. “Pero siempre salvando la idea de que no todos los árabes son terroristas”, agrega. 

“La diferencia con Trump”, explica Saed, “es que él de entrada está diciendo que hay que sacar a los mexicanos y que hay que estar vigilantes de los musulmanes que viven en Estados Unidos. Eso es grave porque ya lo dijo, ya está en la mente, en los corazones y en los estómagos de los estadounidenses, y ellos, a la hora de que llegara a ser presidente, se lo van a reclamar”. 

En ciertos eventos, Trump ha incitado a sus seguidores a levantar la mano en señal de apoyo a su candidatura, lo que ha llevado a los medios a compararlo con el saludo nazi de la Alemania de los treinta. En entrevistas, Trump ha dicho que lo hace en tono de broma, “en los eventos la gente está divirtiéndose y riéndose. Alzan la mano en forma de voto, no de saludo”, declaró a MSNBC. Sin embargo, esto no ha alejado las comparaciones con la retórica de Adolf Hitler.

A Obama le reclaman no haber cerrado Guantánamo. Trump ha prometido construir un enorme muro fronterizo, y que además, pagarán los mexicanos. 

“Cuando un líder es electo democráticamente y es la sociedad la que lo elige por su discurso, y ese discurso es irracional, estamos en un problema”, advierte. 

“Trump vino a rescatar y a justificar el resentimiento que tenía la clase blanca trabajadora hacia los migrantes, hacia los sirios, pero sobre todo a estas personas que están dentro de la sociedad estadounidense que han tenido las mismas oportunidades que los estadounidenses y que no ven con buenos ojos”, opina la maestra del Tec de Monterrey. 

Mientras tanto, Trump ya superó a Hillary Clinton. 43.4% de los estadounidenses quieren que el empresario sea presidente, versus 43.2% que votarían por la ex primera dama, según el promedio de encuestas de Real Clear Politics. La historia nos dice que el nacionalismo llevado al extremo es un riesgo para todo el mundo. El futuro está en juego. 

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autor Me dedico a la Comunicación y los Asuntos Públicos. Escribo y analizo la política en sus distintas presentaciones.
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