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Impuesto a refrescos: Seis medias verdades

10-10-2013, 11:24:58 AM Por:
Impuesto a refrescos: Seis medias verdades fifu

Hay exageraciones tanto en pro como en contra de este impuesto. El peso de más no solucionará el problema de obesidad, pero tampoco acabará con la industria.

Más que pros y contras, examinemos algunos de los argumentos que han circulado a propósito de la intención de gravar con un peso por litro a los refrescos. Éste es, por cierto, uno de los impuestos que tenderá a quedarse en la Ley de Ingresos que apruebe el Congreso.

Que cerrarían 750,000 tienditas en el país

Calcula la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes que existen tres cuartos de millón de tienditas, y que 30% de sus ventas directas están basadas en refrescos y que estos impulsan 70% de las indirectas.

En realidad todas sus ventas son directas, quizá se refieran a ventas de impulso. El cálculo asume que subir un peso por litro a los refrescos cancelaría todas sus ventas de un plumazo.

No sucedería así; si acaso, habría que calcular una fracción de ese 30%, asumimos que este número sería pequeño, dado el efecto que hemos visto en artículos como los cigarros, en donde la demanda ha demostrado ser extraordinariamente elástica.

Que sería mejor gravar cada kilo de endulzante utilizado en bebidas o alimentos en general

Lo único es que sería un impuesto más parejo, pero ahí sí se estaría castigando al azúcar, no su uso en una alta concentración que, al fin y al cabo es lo que provoca obesidad. Además, el impuesto se extendería a una gama muy amplia de alimentos. Por ejemplo: hasta la catsup utiliza azúcar y los productores de vinos y licores ya también alzaron la voz.

Por cierto, esto sirvió para recordar que algunos de los tequilas más vendidos en México utilizan azúcares diferentes al agave, en proporciones aceptadas por la autoridad, nada más para que te acuerdes.

Que el impuesto va contra los azucareros y su producto

En realidad, desde la propuesta en la ley de ingresos se habla de todo tipo de “azúcares” y especifica que se trata de todos los monosacáridos, disacáridos y polisacáridos, siempre y cuando se trate de azúcares añadidos. Es decir, por ello no quedarían gravados los jugos naturales, por ejemplo.

Que los fabricantes optarían por otros endulzantes

No por lo anterior. El impuesto contemplaría también al jarabe de maíz, el gran competidor del azúcar de caña. En cuanto a los endulzantes bajos en calorías, aquí no parece estarse contemplando nada, pero éstos conservan sus limitaciones originales, como el precio y el sabor.

Que se incrementaría la sobreproducción de azúcar en 300,000 toneladas

Esto lo dice la Unión Nacional de Cañeros, pero nuevamente no, porque no podrían irse al jarabe de maíz.

Que el impuesto contribuirá a combatir la obesidad

Aquí hay que aceptar que los refrescos son sólo una parte del problema. La comida frita, el pan, las pastas y todo tipo de carbohidratos que tanto figuran en nuestra dieta, además del propio alcohol, grasas animales y un largo etcétera, nos dan indicios de que una pequeña baja en el consumo de refrescos no mejoraría los números totales de obesidad.

Además, sigue siendo notorio que entre la población de menos recursos no abunda la alternativa idónea para mantenerse hidratado: el agua potable y no la embotellada, sino la que sale de la llave.

Por otro lado, existe la impresión de que la demanda se va a comportar de forma completamente inelástica ante el peso de más. Es decir, la mayoría de la gente, aún la más pobre, tendería a absorberla. Aquí es cierto que el impuesto no es progresivo y que, comparativamente, golpea más a la gente de menos recursos. Volvemos a lo del agua.

Ojalá que el peso de más se utilice efectivamente en más campañas y servicios médicos preventivos, que contribuyan realmente a cambiar este récord de obesos que tenemos.

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autor Periodista
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