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Alemania debe marcar el camino de una nueva Europa

04-09-2013, 1:03:50 PM Por:
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Se acercan las elecciones en el país germano en medio de la expectativa sobre si el Gobierno se comprometerá con una visión económica que englobe a Europa.

Sería simplista afirmar que las elecciones alemanas del 22 de septiembre van a determinar el futuro de Europa y del euro, aunque en muchos aspectos ambos temas se sitúan al final de un camino muy largo. ¿Cómo va a ser la nueva coalición que gobierne Alemania? ¿Se verá cómo una legislatura, más los Demócratas Cristianos de Angela Merkel y el Partido Democrático Liberal, forman una alianza o se regresará a aquella grandiosa coalición entre el bloque de Merkel y los socialistas?

En todo caso, Alemania tendrá que dar un paso adelante o atrás y tomar toda una serie de decisiones vitales en el cuarto trimestre de 2013. La cuestión tanto de Grecia como de Chipre debe ser abordada y es posible que Portugal requiera más financiación. A todo ello se le puede añadir un ciclo económico que de nuevo reflejará debilidad, una vez que los “brotes verdes” que parecieron verse en este verano europeo queden en una recuperación ficticia.

7 millones de trabajadores pobres

El Viejo Continente se enfrenta a una terca realidad. No es sencillo huir de un crecimiento escaso, del incremento del desempleo y del envejecimiento de la población y tampoco con mercados de crédito congelado y una falta absoluta de mejora de la productividad o de reformas estructurales. En ningún otro lugar las realidades escondidas de Europa se hacen más visibles que en Alemania, donde uno de los principales puntos de interés de estas elecciones fueron los 7 millones de “trabajadores pobres”, aquellos que trabajan pero solo logran cubrir sus necesidades básicas.

Alemania es el país más rico de Europa. Sin embargo, en la actualidad, se enfrenta a enormes retos sociales y económicos, aunque sus cifras sean sólidas en su conjunto. La realidad de la difícil solución que atraviesa el país europeo es el enorme cambio en la naturaleza de la crisis. Sin embargo, a finales del año pasado, la precaria situación económica asaltó países del norte históricamente muy fuertes como Alemania, Países Bajos y Finlandia. El país germano ha logrado mejores resultados pero los datos de trabajadores pobres son una muestra de una economía débil.

Presión sobre el euro

La eurozona va camino de un superávit récord en su cuenta corriente desde el lanzamiento del euro, a principios de 2002. Ni que decir tiene que las exportaciones alemanas continúan fuertes, aunque en ese sentido el factor clave ha sido el desplome de la demanda de los países de la periferia. Mientras esta tendencia se mantenga, supondrá una mayor presión para el euro, con lo que el proceso de ajuste de Europa, en un mundo con mayoría de divisas más débiles, será más complicado.

Solidez del euro no hace bien a Europa

Si se observa el euro ponderado por el comercio, se puede ver que la divisa se mantiene fuerte gracias a la tendencia de la cuenta corriente que se muestra en el gráfico que figura más arriba y gracias a la capacidad de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), a la hora de respaldar la deuda de los países de la periferia de la UE y evitar el riesgo de cola que supondría la fragmentación esperada de la UE.

Alemania y Europa tienen que diseñar una forma más efectiva para reestructurar al continente en un futuro y para que el crédito fluya de nuevo, además de para reducir la carga de deuda global. La solidez del euro no le está haciendo bien a Europa y la competitividad no podrá regresar a escena salvo a través de un desempleo salvaje: los más jóvenes no logran acceder a un puesto de trabajo mientras que desde las estructuras, ya menguadas, de quienes trabajan se defienden los niveles salariales frente a las reformas.

Todo ello debería dotar de un mayor ímpetu a la necesidad de cambio de Alemania, un líder reacio. Uno de los predecesores de Merkel, Helmut Kohl, se mostró proactivo respecto a Europa. Pero el panorama empezó a decaer cuando Kohl apostó por la solicitud de Francia de aplazar la implementación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de Maastricht. Thomas Mann, el autor alemán, dijo después de la Segunda Guerra Mundial: “queremos una Alemania europea y no una Europa alemana”. Ahora, gracias a la condescendencia de Kohl y a la falta de interés de Merkel en la perspectiva europea, Europa nunca llegó a establecer los cimientos adecuados.

Europa necesita un mayor compromiso por parte de Alemania. Sin embargo, ésta tiene una líder que se niega a cargar con la responsabilidad que derivan las decisiones importantes. Las actuaciones de la canciller alemana están cada vez más destinadas a temas internos. El posible nuevo gobierno alemán con Merkel a la cabeza no va a cambiar de camino voluntariamente. El contexto básico logrará el cambio en su nombre. Alemania está envejeciendo más rápido que la mayoría de los países, cuenta con tensiones sociales crecientes y con un sector de la exportación que tiene que hacer frente a dificultades ya que historias de éxito como la de Asia dan lugar a una drástica desaceleración.

El barco, a la deriva

No sorprendería que Alemania toque el próximo año un crecimiento cero. Cuando los vientos de cola de un país pasan a ser vientos en contra, es recomendable contar con un plan o con una perspectiva. De no ser así, uno se convierte en un barco sin rumbo. Alemania necesita una visión para Europa y también para Alemania. De lo contrario, el país va a salir mucho peor parado.

*El autor es Economista Jefe, Saxo Bank

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